El país helvético, que ha
gozado durante años de un sistema bancario impenetrable ante los intentos de
terceros de conseguir los datos de sus ciudadanos con cuentas en Suiza,
empezará desde hoy a reunir datos bancarios de clientes extranjeros en el marco
del intercambio automático de información acordado con 38 socios de la
Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE).
Suiza aceptó en 2014 sumarse
al estándar global de la OCDE para no perder su estatus de plaza financiera
internacional y en 2015 firmó un acuerdo con la Unión Europea (UE).
Aunque no comenzará a
intercambiar los datos bancarios hasta 2018, en la práctica entierra ya en este
2017 el secreto bancario al iniciar los pasos necesarios para entregar la
información de este ejercicio de sus clientes extranjeros el año próximo.
Se trata de un paso doloroso
para un país tan orgulloso de su secreto bancario, que data de 1934.
Suiza es el líder
indiscutible en la gestión de fortunas privadas de extranjeros, al copar el 25
% de la cuota mundial de este negocio, según datos de la Asociación Suiza de
Banqueros (ASB).
El mercado financiero aporta
el 9,3 % al PIB suizo y el sector bancario genera 167.000 puestos de trabajo.
Gestiona fortunas por valor
de 6,6 billones de francos (6,1 billones de euros), de los que la mitad
proceden del extranjero.
Ha sido de hecho la presión
desde el exterior, sobre todo por parte de Estados Unidos, la que ha minado
poco a poco el secreto bancario hasta conseguir levantarlo.
Simone Fischer, auxiliar de
Farmacia de 38 años, comprende el razonamiento detrás del argumento de los
otros países para evitar que se esconda ante sus respectivas Haciendas dinero
en cuentas suizas, porque "tampoco Suiza quisiera que desapareciesen miles
de millones" de ciudadanos helvéticos en el exterior.
Suiza se lamenta de tener que
levantar el secreto bancario por presiones y exigencias desde fuera"
Suiza quiso evitar durante
mucho tiempo tener que entregar datos de clientes estadounidenses a EEUU, en
una disputa que comenzó en 2008, pero cuando el Departamento de Justicia
denunció al banco UBS (Londres: 0QNR.L - noticias) y amenazó con retirarle la licencia
en el país, no tuvo otra opción.
Era improbable que la
entidad sobreviviera a la demanda y Suiza no podía permitirse dejar quebrar a
uno de los bancos más importantes para la economía helvética.
En 2009 Suiza entregó los
datos de 4.450 clientes estadounidenses a EEUU, lo que supuso el principio del
fin del secreto bancario.
Durante los años siguientes
y a raíz de más investigaciones en EEUU y otros países que implicaban a más
bancos helvéticos y extranjeros en Suiza, escándalos con datos robados y el
impulso dado por el G20 y la OCDE a la lucha contra la evasión y elusión
fiscal, las grietas del secreto bancario se ahondarían más y más.
Suiza solo entregaba
información a solicitud de países con los que tenía un acuerdo para evitar la
doble imposición, pero la cooperación no estaba asegurada, ya que la
administración en cuestión tenía que demostrar que el titular de la cuenta
bancaria había evadido impuestos y no cabían intentos de averiguaciones
genéricas sin el nombre del cliente ni el número de la cuenta.
A partir de 2018, las
Haciendas de otros países ya no tendrán que cursar solicitudes específicas
sobre cuentas de sus ciudadanos en Suiza, sino que la información será
entregada anualmente de forma automática, con una excepción: la Confederación
Helvética sigue -al menos de momento- negándose a cooperar en base a datos
robados.
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