El furibundo, Pablo Iglesias
ni tiene quien le escriba ni tiene quien le escuche ni tiene mando con poder
suficiente ni estará representado en la II revolución bolchevique de Karl Marx
y Friedrich Engels que muy pronto se estrenará en el teatro del Palacio de las
Cortes de Madrid. Como primicia os diré que la obra –más tutorial- versa sobre
el fin de los radicalismos de izquierdas, porque los capitalistas/corruptos de esos radicalismos exigen su espacio para
uso y disfrute de “SU” dinero. De los 30 mayores capitales rusos, 27 viven en
Londres a lo Príncipe Alberto.
Ya nadie cuestiona que “el
coletas” está dando los últimos coletazos. Pablo Iglesias es más tonto que Abundio, nunca ha pasado de ser un vocero de
sesudos pensados bolivarianos –demasiado dependientes de la droga y del dinero.
La apuesta con financiación incluida
por Podemos de los Chávez, Maduro,
Cristina KK, Lula, Dilma, Evo, etc. Era a cambio de que Pablo conquistara el
poder/duro en España e instaurará la Venezuela de Europa en nuestro país, donde
dichos patrocinadores pudieran fijar sus residencias de virreyes en el
destierro. A la vista está que en las próximas elecciones, el patrocinado, no saldría ni de concejal en mi pueblo.
Si será sanguinario para
España que, hace unos días, cuestionó los hábitos higiénicos de Isabel la
Católica, cinco siglos después. Además, sin objeto ni fin pasivo ni activo…. Está
claro que todos y cada uno de los días tiene que ser protagonista, a veces
delega en alguno de su tropa.
Si algo está claro en el
panorama político español es que Pablo Iglesias ya no es intocable en Podemos.
Aunque muy posiblemente sea otra jugarreta morada. Lo peor que se puede hacer
con tus enemigos, es tirar continuamente
trastos a las cabezas de tus amigos. Tanta prepotencia dentro de su propia
formación motivó que los Errejón y cía le pisen los talones. En poco más de dos
años de vida política ha pasado de ser una gran promesa con calado internacional
a ser el segundo líder peor valorado.
Es
el tributo que debe pagar por su permanente actitud irrespetuosa desde la
tribuna de oradores del Congreso de los Diputados. Al principio, muchos lo
consideraban savia nueva que vendría bien. Hoy es tan casta o peste como el que
más. Su desgaste es fruto de su propia ira y errores, no de aciertos ajenos.
El
pueblo y sus propios correligionarios, hartos de sus bravuconadas han emergido
al falso Stalin y su formación de caballería sin caballos en lo más triste, la miseria
y vergüenza ajena.
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