Hoy, día de luto para el independentismo catalán, hasta su propio barómetro (CEO) les da por perdidos.
Los independentistas
catalanes y vascos hacen oídos sordos al sentir del pueblo, de su mismo pueblo.
A pesar de que el barómetro del CEO (el CIS catalán, dependiente de la
Generalitat) deja meridianamente claro que los contrarios a la independencia
superan a los partidarios, Puigdemont, Homs y compañía siguen elevando su
desafío a la constitucional unidad de España.
Y eso dando por bueno que una
hipotética consulta a la ciudadanía se hiciera exclusivamente en Cataluña,
circunstancia ilegal por los cuatro costados, pues si se hiciera como se tendría
que hacer, consultando a todos los españoles, ya ni les cuento. Imagino que los
líderes de Junts pel Sí y la CUP, tan afines ideológicamente ellos, estarán
preocupados por si les acaba el chollo de proclamar a los cuatro vientos su
populista discurso acerca del sempiterno deseo del pueblo catalán de separarse
de España.
Cuando se consolide el parecer de los sondeos, insisto en lo de no
válidos por haberse realizado exclusivamente en Cataluña, y de una vez por
todas quede claro que los catalanes, o bien quieren en un 29,2 % un Estado
catalán dentro de una España federal, o en un 23,6 % prefieren que siga siendo
una comunidad autónoma, empezarán con los ansiolíticos. Un 57,3 % desean
permanecer dentro de España, frente al 36,1 % que no apoyan esa opción. Blanco
y en botella, leche.
Hasta alguien tan de letras como quien esto escribe
alcanza a entender estas proporciones. Por supuesto que los gerifaltes de las
formaciones secesionistas también las comprenden, pero debe resultar duro
reparar en que lo de la moqueta y la poltrona terminará en breve.
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