No es cachondeo
político. Hablo de aroma de caos, porque pasan cosas caóticas. En una comunidad,
la Andalucía socialista, su nuevo gobierno anuncia que prohibirá por ley el
copago sanitario, con el riesgo de que todos los españoles lo paguemos, pero
los andaluces no, que para eso fueron más espabilados e hicieron una ley. En
otra comunidad, Madrid, la jefa de su gobierno regional pacta hacer primarias
en su partido, mientras que la sección nacional de ese partido rechaza el
sistema de primarias como si fuese una cosa del demonio y quizá lo sea. Hay
comunidades donde se rebajan o van a rebajar impuestos, creando dos clases de
españoles. Un joven puede ser mandado a la cárcel por llevar explosivos a una
manifestación, y para su clan político ejerce su derecho a la libertad de
expresión? con explosivos. En Cataluña, por lo visto, el gobierno legítimo no
cumple las sentencias de los tribunales. Y el caos tuvo ayer un buen retrato
con lo publicado, lo desmentido, lo matizado y lo aplazado de la devolución de
derechos a los funcionarios. Hay que saber organizar muy bien el caos para
mejorar una confusión así.
Pero no perdamos la
esperanza de un generoso avance en lo caótico, porque los nuevos gobiernos no
hicieron más que empezar, andan tímidos y solo están ensayando. En cuanto cojan
oficio y carrerilla, las autonomías todavía pueden hacer leyes más distintas de
otras para ser diferentes; los ayuntamientos inventarán métodos originales de
convivencia, porque es lo que sale en los periódicos; habrá lugares de
comedores escolares abiertos en verano y otros donde no se puede hacer, y
Manuela Carmena iniciará un control férreo del turismo, porque esa industria es
cosa de la periferia? Y así sucesivamente hasta conseguir un caos de país.
Entonces surgirá la estrella fulgurante que dirá: “Se
ha terminado el cachondeo”.
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