Amor, hermoso Amor; solo que es cosa de dos.

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De Violetta Lambre para Blog de Juan Pardo 


Machado



Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cuatro
y acabo la planilla y pienso diez minutos
y estiro las piernas como todas las tardes
y hago así con los hombros para aflojar la espalda
y me doblo los dedos y les saco mentiras.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las cinco
y soy una manija que calcula intereses
o dos manos que saltan sobre cuarenta teclas
o un oído que escucha como ladra el teléfono
o un tipo que hace números y les saca verdades.
Es una lástima que no estés conmigo
cuando miro el reloj y son las seis.
Podrías acercarte de sorpresa
y decirme "¿Qué tal?" y quedaríamos
yo con la mancha roja de tus labios
tú con el tizne azul de mi carbónico.

Borges

Lunas, marfiles, instrumentos, rosas, 
lámparas y la línea de Durero, 
las nueve cifras y el cambiante cero, 
debo fingir que existen esas cosas. 
Debo fingir que en el pasado fueron 
Persépolis y Roma y que una arena 



 sutil midió la suerte de laalmena 
que los siglos de hierro deshicieron. 
Debo fingir las armas y la pira 
de la epopeya y los pesados mares 
que roen de la tierra los pilares. 
Debo fingir que hay otros. Es mentira. 
Sólo tú eres. Tú, mi desventura 
y mi ventura, inagotable y pura.

Julia de Burgos

Amor... 
única llama que me queda de Dios 
en el sendero cierto de lo incierto. 
Aquí, 
desesperada, 
me contemplo la vida en un hueco del tiempo. 
Entrecortando pasa el sendero



de luz que esperancé de sueño. 
¡Oh mañanas azules que se quedaron muertas, 
volando en el espacio! 
¡Oh anudada caricia que amaneces dispersa, 
cuando despierta el cuerpo! 
¡Oh querer desterrarme de mis pasos turbados...! 
¡Multiplican en ecos! 
Aquí, junto al continuo gravitar de la nada, 
¡cómo asaltan mi espíritu los silencios más yermos! 
Mi esperanza es un viaje flotando entre sí misma... 
Es una sombra vaga sin ancla y sin regreso. 
Mis espigas no quieren germinar al futuro. 
¡Oh el peso del ambiente! 
¡Oh el peso del destierro! 
¡Amor...! 
Hasta la leve ronda de tu voz perturbada, 
me partió la ola blanca que quedaba en mi pecho.



Día en el ascensor, la inquietud ha vedado nuestro beso. A pesar de vernos llegar sin el usual cargamento de miedos y quimeras, con los ojos de ópalo y la sed que arde en nuestros cuerpos.

Estás frente a mí , como un jardín de tallos en mis venas, donde estallan flores encendidas. Ardorosa maraña de historias en este suelo de sombras y pájaros de espumas. 

Estas en mí, con la pompa del follaje eterno.. 

Déjame llenar mis labios de sonrisas, entender que mi vida esta hecha para las cumbres y no para los abismos. Quiero alejarme a la estación anónima y acariciar tu cabello de lunas.

Este día la inquietud ha vedado nuestro beso. Se abre el ascensor y un áureo polen cae sobre mi corazón desnudo. Mientras tú permaneces callado y frío.

Es el misterio que abre nuestras manos, es el amor que se fue y no vino. Un viento en los naranjales, donde tiembla el cantar de los ayes...

Miro tu rastro en los caminos vividos: firmando en el silencio, mesas de manteles blancos, noches de castos proyectos, sueños de ramas nerviosas, perfumes verbales, bailes y compases... miro en tu noche: la galantería indiscreta, los donativos a la iglesia y los acentos medidos de tus palabras. 


¿cómo encontrar los dóndes, los cómos, los porqués? Como articular lo perdido y aquello que es solo un instante de quien juega a divagar, a soñar... a tener un paisaje irreal y un piano de hojas. Es andar y desandar con los párpados cerrados. 

Para llegar a amarme es necesario aprender a estrenar las alas de los pájaros y entregarte sin la embriaguez de las cañadas abiertas. 

Hoy te miro como el niño que corre para no asustarse, con su otoño prendido como sol a mi silueta; seguro de vivir para olvidar la vida. No escuchas el ruido de los sueños, la dulce hierba que cae , acaricia y se va, ni la orilla fresca donde los pies desnudos ignoran al viento. No rompes el frío ni salpicas las flores con las palabras. 

Tu luna aparece en el cielo al contraluz de la tarde...










La sombra espesa ha callado nuestras bocas, amarrándonos las manos intactas.

He llegado a casa, veo de lejos el tráfico imponente, y destellos de luz sobre las cabezas de los automovilistas. Me siento frente a la computadora, suspendida en el tiempo y conjugo el rojo, el índigo, la plata, la dulzura del otoño, el amarillo.. la música nueva y las estrellas marchitas.

Neruda
Mujer, yo hubiera sido tu hijo, por beberte 
la leche de los senos como de un manantial, 
por mirarte y sentirte a mi lado y tenerte 

en la risa de oro y la voz de cristal. 
Por sentirte en mis venas como Dios en los ríos 
y adorarte en los tristes huesos de polvo y cal, 
porque tu ser pasara sin pena al lado mío 
y saliera en la estrofa -limpio de todo mal-. 
Cómo sabría amarte, mujer, cómo sabría 
amarte, amarte como nadie supo jamás! 
Morir y todavía 
amarte más. 
Y todavía 
amarte más 
y más.




Becker


Antes que tú me moriré; escondido
en las entrañas ya
el hierro llevo con que abrió tu mano
la ancha herida mortal.
Antes que tú me moriré; y mi espíritu,
en su empeño tenaz,
se sentará a las puertas de la muerte,
esperándote allá.
Con las horas los días, con los días
los años volarán,
y a aquella puerta llamarás al cabo...
¿Quién deja de llamar?
Entonces, que tu culpa y tus despojos
la tierra guardará,
lavándote en las ondas de la muerte
como en otro Jordán;
allí donde el murmullo de la vida
temblando a morir va,
como la ola que a la playa viene
silenciosa a expirar;
allí donde el sepulcro que se cierra
abre una eternidad,
todo cuanto los dos hemos callado,
allí lo hemos de hablar.


Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mi labio una frase de perdón;
habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino; ella, por otro;
pero, al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: —¿Por qué callé aquel día?
Y ella dirá: —¿Por qué no lloré yo?


  Hoy como ayer, mañana como hoy,
        ¡y siempre igual!
Un cielo gris, un horizonte eterno
        y andar... andar.
Moviéndose a compás, como una estúpida
        máquina, el corazón.
La torpe inteligencia del cerebro,
        dormida en un rincón.
El alma, que ambiciona un paraíso,
        buscándole sin fe,
fatiga sin objeto, ola que rueda
        ignorando por qué.
Voz que, incesante, con el mismo tono,
        canta el mismo cantar,
gota de agua monótona que cae
        y cae, sin cesar.
Así van deslizándose los días,
        unos de otros en pos;
hoy lo mismo que ayer...; y todos ellos,
        sin gozo ni dolor.
¡Ay, a veces me acuerdo suspirando
        del antiguo sufrir!
Amargo es el dolor, ¡pero siquiera
        padecer es vivir!

Suenan las flores, suenan a caricias
los pétalos adornan tus ojos
el aroma es el de tu piel
la pasión se desborda
todo es amor, todo es querer
porque quererte es bello
quererte es vivir.


En esta cárcel de mi alma giro sin huellas.

Soy la rosa ya palidecida, la hoja temerosa que tiembla entre tus alas, un nido vacío.

Detrás de mí, están el suspiro largo y frío, una lejana música, ardida piel prohibida.

Soy un amor de soledad, lleno de sombra, una fría ceniza de ilusión, un vuelo silencioso.

Soy ese amor que corre por las noches largas de ánforas plenas y ritmos azules.

Quisiera tocarte, y quedarme en tus oídos, con el aire de mis palabras.

Amor primero, íntimo, tan mío.

Ahora puedo oírte,

puedo sentir tu silencio,

puedo recorrer tus besos

y soñar tus labios,

puedo hasta escuchar tu melodía,

aún cuando estés lejos

y seas todo nostalgia.


Si del no ser venimos 
y hacia el no ser marchamos, 
nada entre nada y nada, 

cero entre cero y cero, 

y si entre nada y nada 

no puede existir nada, 

brindemos 
por el bello no ser 

de nuestros cuerpos.




                               

sólo en el otro mundo
del sueño te consigo,
a ciertas horas,
cuando cierro puertas
detrás de mí.
Y te estrecho,
poco a poco, 
hasta mi sangre.
Te abrazas a mi abrazo,
y con mi mano en tu boca,
te busco y te busco....


Al duro amanecer
estás desvaneciéndote
y entre mis brazos
sólo queda tu sombra.




Porque éramos amigos y, a ratos,
nos amábamos;
quizá para añadir otro interés
a los muchos que ya nos obligaban
decidimos jugar juegos de inteligencia.

Pusimos un tablero enfrente de nosotros:
equitativo en piezas, en valores,
en posibilidad de movimientos.
Aprendimos las reglas, les juramos respeto
y empezó la partida.

Henos aquí hace un siglo, sentados,
meditando encarnizadamente
cómo dar el zarpazo último que aniquile
de modo inapelable y, para siempre, al otro.


                            

Pienso en ese hombre que besa 
como si el mar fuera a
desbordarse, 
que siembra su sonrisa en mi piel 
con la altivez de
la espiga, que dibuja mi soledad 
sobre la niebla.
Pienso en ese hombre, dócil a mis ojos, 
fiel, pleno, íntegro.
En su vuelo humedecido sin tiempo 
y sin espacio.
Como primavera sobre el trigo del otoño.
Pienso en ese hombre que inventa soles, 
aguas de seda al tacto
y una verdad sencilla para amarme.
Ese hombre cierto, inconstante, mío.
En el callado temblor de sus latidos, 
en sus ojos de oscuros
desafíos.
Pienso en ese hombre que me espera 
con dulce arrobamiento.
En su cabello de trigo que me inunda 
en un pleamar de pétalos y
trinos.
Ese hombre:
Sol salvaje, 
río de música y silencio, 
pájaro en el alba.
Pienso en ese hombre 
y hay aroma en la música 
y color en el aroma, 
claveles recién abiertos 
y flores niveas 
en mis sueños. 

Qué más da 
si quemaste tus días tras ficciones,
si en la arena elevaste 
tu mundo imaginario,
soñando con tesoros
 en los golfos de turno.

Qué más da
 si de noche viste en ellos la vida,,
y, a la mañana, no eran lo que 
ayuda a vivir.

Deja de preguntarte 
si ha valido la pena
dedicar tantos versos 
a un tema semejante.
Lo que creías que eran, 
lo que son, 
qué más da.

Y qué más da si ahora el sueño 
no te llega
para reconciliarte con los otros, 
los míticos,
y rogarles, 
si tienen sentimientos, que sea
mañana, para ti, 
qué más te da, un día
distinto,
al fin distinto.

Comentarios

  1. Es verdad a los ojos llega antes que todo hasta antes que las palabras

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  2. Maria De Los Angeles Hernandezsábado, 14 de febrero de 2015, 15:33:00 CET

    Una mirada vale más que cien rosas....

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