Pedro Sánchez, conocido popularmente
como “Pedro el guapo”, acaba de tomar la decisión más transcendente desde que
hace cuatro meses fue elegido nuevo líder del partido: su programa electoral lo
coordinará la única dirigente socialista que está casada con un secretario de
Estado del PP. Es solo un gesto, pero entre las élites políticas del régimen,
el matrimonio formado por la diputada, Meritxell Batet (PSOE) y el
secretario de Estado, José María Lassalle (PP) se pone constantemente
como ejemplo de cómo debería ser el futuro de España: fingidos adversarios de
día, apasionados amantes de noche. Pero eso sí, con todos sus secretos de
alcoba solo disponibles para los altos responsables del Ibex 35.
“No es la política la que crea extraños
compañeros de cama, sino el matrimonio”, decía con sorna Groucho Marx.
Y Pedro Sánchez ha llevado este sabio e irónico aserto hasta sus
máximas consecuencias: a la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de
Santamaría (PP), la llegó a cortejar invitándola metafóricamente a “irse de
cañas” en “Viajando con Chester” (Risto Mejide) porque “conectamos más
generacionalmente”. Ella, en estos preámbulos, le ha mostrado cierto desdén
porque el PSOE votó en el Parlamento Europeo en contra de Jean-Claude
Juncker, que también era un candidato elegido por socialistas y “populares” a
escala continental: “Respetar la palabra dada facilita mucho llegar a acuerdos
en el futuro”, le contestó Soraya que, lejos de enfadarse, estuvo amable
y cortés.
El pacto PP-PSOE está más que
hecho y el maestro de ceremonias está siendo el conocido periodista Juan
Luis Cebrián, el directivo de Comunicación mejor pagado de España, aunque se ha
tenido que “bajar” el sueldo de 13 millones de euros anuales a 2,1 por la
bancarrota del Grupo Prisa. Para recuperar su antiguo salario necesita
fraguar este “acuerdo bajo cuerda”, que ya es “sotto voce” en los pasillos del
Parlamento, y a ello ha puesto todo su empeño. Para forjarlo,
recientemente Cebrián se llevó a Barcelona a Soraya Sáenz de
Santamaría y a Pedro Sánchez para que “oficiaran” conjuntamente
de “padrino” y “madrina” de la nueva edición de El País en catalán
(elpais.cat). Fue otro gesto también significativo. Allí, los “testigos” del
pacto fueron los dirigentes políticos de CiU y ERC: el primer
teniente de alcalde de Barcelona, Joaquim Forn (CiU); el gran viajero
y síndic de greuges, Rafael Ribó; el coordinador general de
Convergència, Josep Rull, el diputado Oriol Amorós (ERC) y el ex
diputado Joan Ridao (ERC).
El contenido del pacto se ha esbozado
por el momento de forma reservada y sencilla aunque en el Congreso de los
Diputados es ya un secreto a voces que se corre como la pólvora por los oídos
de los parlamentarios: entre ambos partidos deben obtener 176 escaños, que
es la mayoría absoluta. Hoy tienen 266 [170 (PP) + 96 (PSOE)], luego les
“sobran” aún 90 escaños para poder gobernar conjuntamente hasta 2019. Es el
tiempo que necesitan para “echar” a entre 1,5 y 2 millones de ciudadanos
jóvenes o mayores de 50 años: si la economía crece al 2%, “sobran” 1,5 millones
que deberán marcharse de España o resignarse a la pobreza extrema, cifra que se
elevará a los 2 millones si la economía española se estanca por deflación, como
lleva ocurriendo en Japón durante más de una década.
Meritxell (PSOE) y Lassalle (PP), la pareja política favorita del régimen
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El actual “engranaje” no da para más a
causa de la corrupción sistémica, la “hiperinflación” de cargos públicos y
administraciones y la debacle económica. Sobre esto además hay coincidencia
porque el riesgo lo pronostican actores independientes como los redactores del
“informe Berenberg”, el de Standard & Poor’s (S&P), los de
organismos internacionales como el Fondo Monetario
Internacional (FMI), la propia Comisión Europea e incluso
nacionales (Bankinter, Funcas, Ceprede, etc…)
Esta es la razón por
la que PP y PSOE admiten que van a sufrir un duro castigo de la
sociedad española por haber llevado a España a la ruina laboral y económica,
pero confían en no descender entre los dos más de esos fatídicos 90
escaños. Los socialistas confían en obtenerlos con Pedro
Sánchez (solo tendrían que descender 6 escaños) mientras que el PP tendría
que despeñarse por encima de las 80 actas para no alcanzar su meta. Su “gurú”
electoral, Pedro Arriola, le ha garantizado a Rajoy que ese
escenario no sucederá si logran “sujetar” a Vox mediáticamente, (de
ahí el boicot al que han sometido a la formación de Santiago Abascal) y
si UPyD no se une a Ciudadanos. En medios “populares” señalan
que ese fue el compromiso que Rosa Díez alcanzó
con Rajoy en la Moncloa: antes pactarían con el PP que
con Albert Rivera.
Si las expectativas electorales de PP y
PSOE se cumplieran, el presidente sería del partido que alcanzara más actas y
la vicepresidencia para su “rival”. El acuerdo tiene una
cláusula: sea cual fuere el resultado, el PSOE ha pedido los Ministerios de
Educación y Sanidad para sendos miembros de su nueva Ejecutiva
especializados en estas áreas y expresamente elegidos Pedro Sánchez,
mientras que Soraya Sáenz se ha reservado Economía
e Industria. El resto es negociable.
Aunque los socialistas van a hacer todo
lo posible por desdibujar este pacto, negarlo públicamente e incluso abominar
de él o prometer que nunca lo suscribirán (su electorado es el que más lo
rechaza y no tanto el del PP), de nuevo las palabras de Pedro
Sánchez en ese sillón de psiquiatra que es “Viajando con Chester” resultan
reveladoras: “La gente se sorprendió cuando fui a saludar a Rajoy en
la sesión de control, pero al final es entender la política, el deporte y la
vida no como una confrontación entre enemigos, sino como adversarios en este
caso políticos”, señaló Pedro Sánchez. “No aspiro a caerle bien a Rajoy“,
reconoció seguidamente. Y añadió: “Me iría a tomar una caña antes
con Soraya Sáenz de Santamaría que con Rajoy“.
Existen más indicios sobre ello. Dada la
frecuente impostura que mantienen los políticos del régimen para no revelar sus
reales intenciones, los psicólogos conocen otros mecanismos proyectivos
psicoanalíticos para descubrir la verdad. El “test de Rorschach” es uno de los
más sofisticados, pero también hay otros más sencillos. Es lo que le hicieron
a Pedro Sánchez en una entrevista concedida recientemente a
la Cadena Cope. En el test final debía elegir rápidamente entre dos ideas
la que considerara más cercana, sin tiempo apenas para pensar. Entre sus
antecesores Felipe González y José Luis Rodríguez Zapatero, se
quedó con Felipe González. También reconoció que prefiere
a IU antes que a Podemos y a la vicepresidenta del
Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, frente a la ex presidenta
madrileña Esperanza Aguirre. Por eso no ha sido ninguna sorpresa que,
antes de ceder a las bases del PSOE que reclaman un pacto
con Podemos, el nuevo secretario general de los socialistas ha elegido
para coordinar su programa electoral (la decisión es más que significativa) al
mejor ejemplo de quien prefiere un pacto PSOE-PP.
Por supuesto! Se abre la veda... Pero es un pato de cerámica...
ResponderEliminarFenomenal, Juan.
ResponderEliminarNo tiene peros. Gracias, Juan Pardo
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