Cuando las transacciones
mercantiles fluyen en el sector público, la democracia es un cuento chino. Es decir, cuando el dinero y los
favores dominan la escena, son excesivos y generan hábito. Desde el nepotismo,
más o menos descarado, hasta la subvención infinita y clientelar; desde los
favores urbanísticos hasta el contrato amañado y recurrente; desde rescatar
empresas concesionarias hasta multiplicar los beneficios tributarios
crecientes. El resultado final de comportamientos tan extendidos y tolerados es
lamentable. Los Gobiernos se instalan en el paternalismo, el clientelismo y la irresponsabilidad.
La oposición redobla el insulto y la descalificación. Los ciudadanos contemplan
el espectáculo, se enfadan y crece el desafecto.
¿Por qué es tan frágil y
decadente nuestra democracia? ¿Por qué los partidos políticos no diagnostican y
debaten con urgencia el problema para encontrar soluciones proporcionadas? ¿Por
qué los ciudadanos votantes y contribuyentes no castigan con su voto estas injusticias?
¿Por qué la Justicia y los órganos de control son tan lentos en estas
cuestiones? La respuesta no es sencilla porque afecta a valores y sentimientos
marcados a fuego por nuestra historia y por nuestra incultura democrática. En
los últimos doscientos años España fue un país enfangado en guerras civiles,
turnismos y dictaduras. Un escoria que impregna también la transición y explica
una parte de nuestro comportamiento. Por eso necesitamos con urgencia
instituciones públicas robustas y agrandar con la educación democrática.
La operación Pokémon es
un ejemplo ilustrativo que anuncia miserias diversas expresadas esta vez en el
ámbito local. El hecho de que las compensaciones monetarias o la dimensión del
regalo sean aquí modestas no altera o evita su gravedad. Detrás del dinero o de
una caja de puros está el favor, el trato desigual, la infracción normativa. Por
eso pensamos que el mejor agradecimiento de un ciudadano a su alcalde o
concejal es premiarlo con su voto en las próximas elecciones, si se presentan,
o bien expresándoles directamente o por escrito su gratitud por la gestión
realizada. Todo lo demás sobra. Los Gobiernos están para desarrollar proyectos
políticos avalados por las urnas, donde el interés general y el bienestar
social son prioritarios. Agradecer un beneficio personal no debiera tener
sentido, puesto que ese beneficio particular se presume integrado en el
proyecto general cuyo fin es el sinfín.
El gobierno municipal
lo eligen los vecinos; gestiona nuestro dinero y el patrimonio común durante un
tiempo. Esa gestión debe ser transparente, cumplir lo prometido, ayudar siempre
al necesitado y rendir cuentas. En este contexto, cualquier regalo recibido
debe ser devuelto con discreción y en silencio.
Los límites éticos y
legales de los obsequios. El sumario de la
operación Pokémon saca a la luz que la costumbre de hacer valiosos regalos a
los responsables públicos sigue siendo una práctica habitual. ¿Dónde acaba la
cortesía y empieza la compra de favores? Sin lugar a dudas, SI.
Es decir, y resumiendo, de la CORRUPCIÓN que impera por doquier
ResponderEliminarLa corrupción, Juan José, se ha adueñadp hasta de ella misma.
ResponderEliminarEs verdad, ahora ya hasta la corrupción se ha corrompido. Se está perdiendo estilo
ResponderEliminarLe han perdido el miedo a que nos enteremos, han salido los casos de corrupción tan seguidos que se han vacunado y ya les resvalan las criticas. Sino véase lo que pasa en Navarra, impensable pero ya les da igual, saben que en las urnas lo tienen crudo...
ResponderEliminarESO LO SABEN HASTA LOS TONTOS
ResponderEliminarJamás mejor dicho.
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