Alberto Núñez Feijóo se apuntó un éxito concluyente en el Congreso de los Diputados. Político moderado y prudente, gobernante en su día de eficaz gestión, hombre razonador y razonable, el presidente del Partido Popular ha mejorado semana tras semana desde que se puso al frente del centro derecha español. Cometió al principio no pocos errores y todavía tiene largo camino a recorrer, camino erizado de obstáculos políticos, sociales y económicos. La objetividad exige reconocer la mejora en su actividad política. Carece del carisma de Isabel Díaz Ayuso, pero se ha convertido en un excelente parlamentario, haciendo gala de una dialéctica cada vez más certera. En el debate de ayer desbordó a Pedro Sánchez y por primera vez le superó claramente.
En lugar de embestir la muleta que le tendieron, en lugar de morder el anzuelo de la regeneración democrática, Feijóo denunció de forma rotunda el propósito de Pedro Sánchez: enmascarar su situación personal y el acoso de la corrupción que le envuelve. Feijóo no se dejó ni seducir ni engañar. Desarrolló claramente argumentos consistentes y sus palabras, con grave acento de verdad, resonaron en la Cámara, atónitos los socialistas, regocijados los populares.
Los debates parlamentarios no volverán a ser un paseo para Pedro Sánchez, a vista de lo que ocurrió ayer. Alberto Núñez Feijóo le ha tomado la medida al líder socialista, al presidente sanchista de un Gobierno que camina sobre la cuerda floja de los veinte partidos que necesita para subsistir. Si el cerco de los jueces se cerrara, a Pedro Sánchez le espera un otoño plagado de dificultades. Puede ser que se niegue a convocar elecciones generales, pero nadie descarta ya una moción de censura, sobre todo si el prófugo golpista Carlos Puigdemont decide caldear la situación catalana.
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