Al miserable, Pedro Sánchez, las manifestaciones no le afectan. Si abandona el barco, le espera cárcel y maporros
Algunos hablan de fascismo policial. Nada de eso. El fascismo ha desaparecido. Se trata de comunismo policial, ordenado por superiores comunistas
De
todas partes llegaban familias completas con sus Banderas hasta las
cercanías de la sede del partido golpista en la calle de Ferraz.
Abuelos, padres y nietos. Niños. Y muchos jóvenes. Matrimonios y
jubilados. Hombres y mujeres. Españoles pacíficos preocupados y
decididos a manifestar con sus voces su alarma por el futuro de España.
Esa
misma mañana, el hermano gemelo de Emiliano García-Page se daba de baja
del PSOE «por la deriva del Partido». Podría haber añadido «y por la
cobardía de mi hermano», pero no hay que pedir peras al olmo. Por la
tarde, el CGPJ aprobaba un duro comunicado en el que resumía que la
prometida amnistía a los delincuentes catalanes abolía el Estado de
Derecho. Golpe de Estado del Gobierno contra la Constitución.
Como
en un párrafo de la formidable novela de Agustín de Foxá, «Madrid de
Corte a Checa», la Policía identificaba a los manifestantes que llevaban
símbolos prohibidos y provocadores, como la Bandera de España. «¡Viva
el Rey!» grita un manifestante. En la novela de Foxá, que se inicia
durante los últimos meses del Reinado de Alfonso XIII, gritar «¡Viva el
Rey!» en plena monarquía era motivo de inmediata detención . En la
España de hoy, mostrar una Bandera de España es suficiente para ser
interrogado, identificado y advertido.
Se
reunieron muchos más manifestantes de los esperados. Marlasca, desde la
indigna estancia de su despacho, llamó a su subordinado, el Delegado
del Gobierno de Madrid. Un tal Francisco Martín Aguirre. «Hay que actuar
con contundencia contra los fascistas que se manifiestan en la calle de
Ferraz». Y el Delegado del Gobierno, con mando directo en la Policía
Nacional, cumplió a rajatabla la orden recibida. «Si es necesario,
utilicen gases lacrimógenos». Martín Aguirre no siente simpatía alguna
por los ciudadanos españoles que se enorgullecen de su Bandera. Ya lo
dijo, meses atrás, cuando defendió los abrazos y besos de Sánchez y
Otegui: « Bildu ha hecho más por España que los patrioteros con
pulsera». Hay que ser un miserable para soltar esa salvajada, y seguir
en el cargo. Pero la soltó y siguió en el cargo.
La
policía gaseó a los manifestantes, fueran ancianos, jóvenes
matrimonios, o niños. Gasearon al tuntún, indiscriminadamente. Cumplían
órdenes del ministro y el Delegado del Gobierno bolivarianos. En
Barcelona no se atrevieron porque había que tratar a los terroristas del
«Tsunami» con cuidado y mimo. En Madrid fueron gaseados los pacíficos.
Gritar es un desahogo, no una agresión armada. Sindicatos policiales han
acusado al Gobierno de ordenarles una represión contundente y gaseada.
La Unión Federal de Policía pide en un comunicado el cese inmediato del
Delegado del Gobierno en Madrid, el obediente sicario de Marlasca. Y se
le acusa de la durísima represión contra los manifestantes pacíficos
–gritar no es disparar–, ordenando el uso del gas contra civiles,
familias… y niños. Algunos hablan de fascismo policial. Nada de eso. El
fascismo ha desaparecido. Se trata de comunismo policial, ordenado por
superiores comunistas.
El
Ministerio del Interior, en plena crisis histérica, ha redactado una
nota en la que justifica el uso del gas lacrimógeno y la contundencia de
algunos miembros de la Policía «por la agresividad de los
manifestantes».
Agresivos
porque llevaban la Bandera que aborrece el Delegado del Gobierno. Botes
de humo y gases contra mayores, medianos, hombres, mujeres.. y niños.
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