Cuando hay más muertes por suicido que de COVID. El Gobierno impone la 3ª vacuna, más mascarillas y el pasaporte celestial….
España ha regresado a riesgo
bajo de transmisión del coronavirus, algo que no sucedía desde julio de 2020.
En los últimos 14 días, la incidencia acumulada ha caído hasta 48,9 casos por
cada cien mil habitantes. Nuestro país se acerca al final de la pandemia, pero
el trecho que queda hasta la meta es todavía tortuoso.
El éxito actual de la lucha
contra la pandemia obedece, única y exclusivamente, a la masiva vacunación de
la población. Casi el 80 por ciento de los españoles ya han recibido la pauta
completa gracias a la compra masiva de dosis por la UE, la distribución del
Gobierno y la gestión de las Comunidades Autónomas, que se han encargado de
habilitar los espacios, seleccionar a los sanitarios…
Con estos datos, ni el
negacionista más conspicuo puede discutir que la inoculación del fármaco es la
mejor herramienta para extinguir la pandemia. Pero los partidarios de la
conspiración insisten en que la vacunación masiva acarrearía delirantes
consecuencias para la Humanidad. En España, no es muy relevante el porcentaje
de personas que comulga con estos postulados. Pero es suficiente para no poder
lograr la erradicación de los contagios. De ahí, la necesidad de que el
Gobierno, dedique su potente propaganda a convencer a esos ciudadanos del error
de creer que la vacuna les perjudica. Sería mejor, más útil y más real que ensalzar
sin descanso los falsos éxitos de Sánchez.
Y el Ejecutivo también
debería aprobar el uso del pasaporte covid. Lo que no significa que haya que
obligar a nadie a vacunarse. Pero los que se nieguen, no tendrían acceso a
recintos cerrados o a usar el transporte público, como ocurre ya en muchos
países. Es legal, democrático y urgente.
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