Casado, para liberarse de Vox, ha tenido que vestir de Vox a Díaz Ayuso. Al PP, ya no le frena ni el populismo
Al final, la fórmula del PP
para acabar con Vox, no digamos con Ciudadanos, era convertirse en Vox. Es
decir, nacionalismo madrileño que derivará, ya ha empezado, en nacionalismo
español sin disimulo. No hay otra vacuna. El nacionalismo en particular y el populismo en general
son fórmulas que funcionan de perlas. Apelar a la idea de que el de enfrente es
el enemigo y el vecino nos roba está chupado. No lo inventó Puigdemont ni
Pujol ni Arzalluz ni Trump ni Boris. En Argentina gobierna el peronismo
desde hace casi ochenta años. De manera que cuando alguien utiliza viejas
fórmulas para arrasar de la forma en que lo acaba de hacer el dúo MAR-Ayuso,
solo cabe preguntarse por qué no lo habían hecho antes.
La respuesta es porque todo
requiere tiempo. En el 2010, en plena crisis, Miguel Ángel Rodríguez publicó un
libro hoy agotado: Y Aznar llegó a presidente. Unas memorias en las que
lamentaba que el PSOE de Felipe se hubiera apropiado de la idea de libertad.
¿Cómo ha llegado MAR a convertir a Ayuso en la mujer más famosa de España? Pues
de la misma manera que en su día convirtió a alguien como Aznar en uno de los
tres dedos que pulsaron el botón de las Azores. Con propaganda de la vieja
escuela, entre tanto ruido digital. Convirtiendo las elecciones en un
plebiscito. Dándole la vuelta al axioma felipista: comunismo o libertad,
impuestos o dinero en el bolsillo, cañas o mascarillas, terraceo o
confinamiento. Por si a alguien le
quedaban dudas, en su intervención en el balcón de Génova Ayuso utilizó
herramientas que el nacionalismo catalán ha explotado hasta el hartazgo: nos
persiguen, el mundo está contra nosotros, el árbitro está comprado, no
entienden nuestra forma de vida. Una forma de vida tabernaria, genuinamente
madrileña, abierta a todos los ciudadanos del planeta que se quieran sumar. No
como en el resto de España, donde todos somos abstemios, preferimos hacer
ganchillo a salir de copas y recibimos al forastero a pedradas.
Inevitablemente, Casado va a
caer en la tentación de franquiciar la taberna. ¿Rebautizará el mito de Platón,
confundiendo realidad y sombras, o tendrá una oportunidad? De primeras, va a
recoger los frutos sembrados por Rivera (antes de demoler Génova, le deberían
poner una estatua) y por Vox. Intentará aprovechar el regalo que le han hecho
Sánchez y Redondo, que se creían vacunados del síndrome de la Moncloa, pero que
no dan una. En el PSOE, derrotados por Ayuso pero también por Errejón, se
tienen que dar cuenta de que jugaban con las cartas marcadas, con la derecha
hecha añicos en Colón. Y que los enjuagues con Bildu, Esquerra y compañía
provocan acidez de estómago al 90% de los españoles. El efecto Ayuso también ha
servido para recordar que los votos no tienen dueño. Ha ganado hasta en
Vallecas. La única duda que deja la noche es saber si Pablo Iglesias va a
presentar a La isla de los famosos o Quieres ser millonario.
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