Maltrato a la Constitución por parte de Pedro Sánchez y su banda.


Maltrato a la Constitución por parte de Pedro Sánchez y su banda.



Cada día hay más indecencia a la Constitución. El 41 aniversario de la Constitución será recordado como el más amargo de la democracia. Este aniversario es constitucionalmente, anticonstitucional por su insinuación a terroristas, sectarios y bandidos comunitarios. Nunca como hasta ahora había sido tan cuestionada la vigencia del ordenamiento legal que desde el 6 de diciembre de 1978 sanciona la libertad y la igualdad de todos los españoles. Más allá del debate sobre la necesidad de su reforma -que no puede plantearse sin aclarar previamente en qué extremos, para qué fines y con qué mayoría-, hoy lo urgente no es incurrir en el marco mental del separatismo señalando deficiencias susceptibles de enmienda, sino reivindicar el orden democrático que nos ha permitido disfrutar del periodo más largamente próspero y pacífico de nuestra historia.

Bajo ningún concepto deberíamos resignarnos a la total degradación de la cultura de la Transición, por más que las señales de agotamiento del sistema a nadie se le ocultan. El auge del populismo y el desafío en vigor del secesionismo han desatado una crisis de Estado que conviene reconocer para mejor afrontarla. Esa crisis tiene muchos padres, pero ya deberíamos ser capaces de identificar una causa principal: la contumacia en la deslealtad del nacionalismo y la necesidad que ha tenido de sus votos el bipartidismo para completar mayorías de gobierno, aumentando sus cesiones hasta vaciar de presencia del Estado las zonas controladas por nacionalistas.

Esta deriva ha alcanzado el grado de exaltación bajo la presidencia de Pedro Sánchez. Ningún otro gobernante se había atrevido a tensionar tanto las costuras de la democracia del 78, tratando de normalizar por la vía de los hechos consumados alianzas e hipotecas que hasta su llegada se habían considerado infames. Vivimos un momento político en que el presidente en funciones del Gobierno de España provoca un titular cuando afirma que su negociación con ERC para granjearse el respaldo a su investidura se desarrollará dentro de la ley y será pública. Que se sienta obligado a advertirlo resulta revelador de su fama pero no supone siquiera garantía de nada, habida cuenta del deleznable valor de la palabra de Sánchez. Un político que hizo campaña contra el separatismo y que tras abrir las urnas fue a depositar la llave del gobierno en la cárcel de Lledoners, donde cumplen pena los condenados por sedición. Por debajo de los fastos constitucionales de hoy, proseguirá la humillante subasta al precio indigno de no recurrir las resoluciones desafiantes del Parlament o de pactar una institucionalidad paralela como la mesa de partidos que exigen ERC y Junts per Catalunya, partidos responsables de la mayor agresión al orden constitucional desde el 23-F.

El protocolo que conmemora la Constitución resulta hueco si no compromete a sus protagonistas. Hoy es un día para rechazar tanto la beligerancia de los antisistema como la hipocresía de los oportunistas, y para renovar la lealtad a los valores sobre los que se erige nuestra convivencia.

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