Pablo Iglesias sabe que Pedro Sánchez está amortizado y prefiere ser la verdadera izquierda del pronto y próximo Gobierno de derechas.
No siendo nada Pablo
Iglesias, políticamente es muy superior a Pedro Sánchez. La idea, el objetivo principal del presidente en
funciones, Pedro Sánchez, es el poder y para conseguirlo está dispuesto a
entenderse incluso con el PP y con Ciudadanos. Iglesias es un auténtico hombre
de izquierdas. Pretende, como es lógico, a encaramarse en el poder, pero no
sometiéndose a la palabra pedernal de cualquier alianza. La superioridad ética
de Iglesias sobre Sánchez parece clara. Su musculatura política es además más
robusta que la de Pedro. Iglesias desborda al presidente en la dialéctica
parlamentaria nueve de cada diez veces. Iglesias es un profesor universitario,
un hombre de sólida cultura y un político que si el PSOE continuara cerdeando,
se alzará con la representación de la izquierda española.
Sin los escaños de Podemos, el líder socialista no puede ser investido presidente del Gobierno.
Sánchez está decidido a que Podemos le apoye gratis porque no quiere sentarse
en el Consejo de Ministros junto a Iglesias, que puede noquearle en
cualquier trance. El dirigente de Podemos exige, teniendo en cuenta la
aportación que hace, la vicepresidencia del Gobierno y cuatro ministerios
relevantes, porque siempre ha huido de los floreros de porcelana y los fuegos
artificiales. Difícil saber si Iglesias terminará doblegando su inteligencia
malherida a las presiones sindicales y sociales. Sánchez negocia con su sonrisa
de gótico tardío a diestra y a siniestra. Quiere imponer una solución a la
portuguesa. "Si me sacas del pozo te juro que te perdono la vida",
parece decirle Pedro a Pablo. El podemita solo pretende que gobierne la
izquierda de verdad con él o sin él, pero con sus hombres y mujeres en cargos
ministeriales relevantes. Rechaza los andrajos políticos que Sánchez le ofrece.
Al Rey corresponde, conforme
al artículo 56 de la Constitución, moderar la situación, pero, a pesar de su
bien probada habilidad, tiene poco margen de maniobra en la coyuntura actual. Y
habrá que decir con toda claridad que si el pueblo español se ve abocado a nuevas
elecciones, el máximo responsable no será Iglesias, sino Sánchez y su ambición
de poder, pues, tras ser derrotado en cuatro ocasiones, no se le ha pasado ni
por la imaginación que el PSOE pruebe con otro nombre. Todavía no se ha dado
cuenta de que los dedos de la ceniza le han tocado ya la frente.
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