La codicia de la hipersexual, Carmen Calvo, con ayuda de nueve soñadoras fracasadas no debilitan el prestigio de Plácido Domingo.



Decía Pavarotti: "Si me invita a cenar y me quiere embelesar no ponga música mía, porque de inmediato me levantaré de la mesa. En cambio, si me ofrece oír a Plácido Domingo habrá cena atentamente dialogada”.  

Un Jurado convocado por la BBC y formado por los 16 críticos más prestigiosos del mundo proclamó a Plácido Domingo como el mejor tenor de la historia por encima de Caruso, Pavarotti, Beniamino Gigli, Tito Schipa, Kraus... Pavarotti, por cierto, había conseguido el aplauso más largo, de la ópera: 67 minutos por su interpretación en Elixir de amor. Hasta 1991, en que Plácido en el Otello de Verdi y en la ópera de Viena prolongó el aplauso hasta 80 minutos, saliendo al escenario 101 veces ante el público más entendido del mundo.

Sin lugar a dudas, el primer nombre de la historia de la música española es el de Plácido Domingo, por encima de Falla, Vitoria, Soler, Albéniz, Turina, Victoria de los Ángeles, Pau Casals, Andrés Segovia, Rodrigo, Chapí, Halffter, Caballé, Kraus... El tenor es Premio Príncipe de Asturias de las Artes y doctor honoris causa por una docena de Universidades entre ellas, Oxford, Salamanca y Georgetown. El presidente de los Estados Unidos de América le condecoró con la Medalla de la Libertad y en México, tras su actuación personal durante el terremoto de 1985, le cubrieron de honores.

Destacó siempre Plácido Domingo por su atención a los desfavorecidos, por su ayuda a los que empiezan, por su generosidad para todos. Siempre fue un gran caballero. Le otorgaron el premio del Club Financiero de Madrid. A Ignacio Bayón y a mí nos correspondió hablar en el homenaje. Plácido contestó refiriéndose a su niñez y adolescencia desde la sencillez, la cordura y la espontaneidad.

El tenor, en fin, es uno de los nombres grandes de la Cultura española de todos los tiempos y me complace afirmarlo así cuando en estos días caniculares de agosto recibe algunas agresiones que no podrán arañar ni su lugar en la Historia ni su prestigio musical ni su caballerosidad personal ni el ejemplo de solidaridad de una vida admirable.

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