En España, como en el resto del mundo, cada vez que ha gobernado el
socialismo ha sido un desastre total, pero si se da la circunstancia que lo
hace con el apoyo de las sectas terroristas que más odian España, viene lo que
viene, o sea, miseria y compañía. El Banco de España, la Autoridad Independiente de
Responsabilidad Fiscal, prestigiosos centros de estudios como el BBVA e incluso
el propio Ministerio de Economía son solo algunos de los numerosos organismos
que desde hace meses alertan al Gobierno de la necesidad de dotar a la economía
española de una estabilidad que desde la llegada de Pedro Sánchez a La Moncloa
brilla por su ausencia, amenazando gravemente lo conseguido tras la crisis a
costa del esfuerzo de los españoles.
El último toque de atención llegó ayer y
fue mucho más severo que los anteriores, tanto por su emisor como por su
contenido: sin tapujos, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha exigido al
presidente que incluya en los Presupuestos de 2019 "un paquete de medidas
creíbles".
El informe del FMI sobre la
revisión anual de nuestra economía es demoledor. Primero por la evidencia
manifiesta: la explícita desconfianza hacia la política económica del Gobierno,
lastrada por los continuos bandazos, desautorizaciones y globos sonda. El
regulador internacional ha revisado a la baja la previsión de crecimiento para
este año, constatando la desaceleración; advierte de los ineludibles retos
estructurales -la elevada deuda pública, el alto desempleo, sobre todo juvenil,
un lento aumento de la productividad, etcétera- y fía el revertimiento de la
situación a una política integral, no a parches y ocurrencias peregrinas. Con
toda lógica, el FMI circunscribe la estabilidad de nuestra economía a la puesta
en marcha de los Presupuestos, y no esconde el riesgo que supone que, a octubre
de 2018, el documento que debe fijar el rumbo de 2019 no exista ni tenga visos
de tramitarse exitosamente. Si la credibilidad de Sánchez ya no gozaba de buena
reputación en el ámbito doméstico, este varapalo coloca en el escaparate
internacional la debilidad de un Ejecutivo constituido gracias a una moción de
censura poco constructiva, con una dependencia absoluta de socios indeseables
que someten a chantaje el futuro del país con ultimátum inconstitucionales e
inadmisibles.
El FMI no se limita a unas líneas generales sino que dispara al
centro de la diana: vincular el alza de las pensiones al IPC pondría en peligro
la sostenibilidad del sistema. En un ejercicio de pedagogía un tanto sonrojante
de puro elemental -quizá a la vista de las contradicciones entre Magdalena
Valerio y Nadia Calviño-, el organismo señala que "a menos que exista una
correspondencia entre ingresos y gastos, no podrá evitarse una futura reducción
de las pensiones". Bien haría el Gobierno en prestar atención y servirse
del Pacto de Toledo para aprobar, con el máximo consenso posible, una reforma
que garantice la viabilidad del sistema.
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