De todos es sabido que las
incalificables tropelías del Mosso Mayor, José Luís Trapero sacaron de sus
casillas al juez de Instrucción Juan Antonio Ramírez Sunyer, a quien no le
quedó más remedio que llamar más que enfadado al jefe operativo de los Mossos,
José Lluís Trapero, dictándole una orden tajante: "¡Saque a la Guardia
Civil de ahí!". Bien, ahora niega esas llamadas de emergencia. Ha borrado hasta las cintas del
juzgado.
"La decisión adoptada
afecta a la profesionalidad y el prestigio del cuerpo de Mossos", aunque
poca o ninguna le quedaban, protesta Trapero en la misiva, en la que destaca la
"dedicación y compromiso" de sus agentes en sus funciones de
"policía judicial, seguridad ciudadana y orden público".
"Competencias -añade el mayor- que desarrolla con el más absoluto rigor,
respeto y lealtad al ordenamiento jurídico y a aquellos de quienes depende
orgánicamente".
Toda la familia de
Trapero son de un pueblo de Valladolid,
donde le odian sin descanso. Hasta
entonces, el aludido se había hecho el loco. (Así asaltan los rabiosos
independentistas el cuartel de la Guardia Civil en Manresa).
Ocurría poco antes de la
medianoche de este miércoles 20 de septiembre de 2017, mientras agentes de la
Benemérita permanecían cercados en el interior de la Consejería de Economía y
Hacienda que dirige Oriol Junqueras.
Su desidia se pagó cara,
aunque podía haber sido peor: media decena de vehículos de la Benemérita fueron
destrozados y empapelados con símbolos independentistas y los agentes que
participaron en el operativo fueron objetos de insultos, burlas y coacciones.
Tras la orden tajante, los
guardias civiles abandonaron a primera hora de este jueves las dependencias de
la Generalitat escoltados, ya sí, por agentes autonómicos.
La misma pasividad mostraron
los hombres al mando de Trapero con los agentes de la Policía Nacional que
trataron de acceder a la sede de las CUP y que fueron rodeados por una cadena
humana de simpatizantes radicales.
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