Podemos está dividid de un
modo muy confuso y equívoco. Por un lado, están los que controlan el partido y
por otro los que no se dejan controlar. Por otro, no habría que olvidar a esa
mayoría silenciosa y que para nada comulgan con su excéntrico líder que, ala
parecer, tiene los días contados. Pablo Iglesias, para comer, se va a tener que
meter a Monje Tibetano.
Está la que cabría llamar «mayoría
silenciosa», que permanece desconcertada y expectante, sin querer entrar en el
cuerpo a cuerpo. El resultado es un galimatías fácil de explicar, pero muy
difícil de medir políticamente. Digo fácil de explicar, porque el poder
dictatorial y tirano con el que ejerce “El coletas” es conocido por toda su
plebe. Ahora bien en política no hay varas de medir, pero si lógica para calcular.
En las próximas elecciones, de ninguna de las maneras, Podemos pasará de los 35
diputados.
El comité de garantías,
control y seguimiento del partido morado –de 27 solo quedan dos- le llamó la atención
porque solo censuraba los cometidos del PP, ningún pepero votará a Podemos,
tampoco al contrario. Su guerra es con el PSOE, pero Pablo tiene la fiel promesa
de que Pedro Sánchez ganará las elecciones y colocará a todos sus vasallos en
ese imaginario Gobierno.
No saben Pedro y Pablo que
de convocarse elecciones, el PP sacaría mayoría absoluta. El lío de
Cataluña, no es un mito, cierto, pero lo
sustentan y acaudillan unas minorías locuaces e interesadas que participan de
un romanticismo exaltado y seudovisionario. Solo habrá un ganador, Mariano
Rajoy.
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