Irene Montero puede que a Rajoy no lo eche de Moncloa; pero a Pablo Iglesias, con toda seguridad, lo manda al paro.
Quiero ver tanto ver el
debate de la moción de censura de Podemos como conocer el resultado de
las primarias del PSOE. La verdad, después de escuchar los razonamientos de Irene
Montero estoy sorprendido, enamorado, en el sentido político del verbo, no se
vaya a cabrear Pablo Iglesias. Jamás había visto tanta confianza en una política
que, hasta la fecha no se había tenido en cuenta. Nunca, jamás mis oídos han
escuchado un torrente de palabras tan convencidas, que es capaz de hablar
varios minutos seguidos sin poner un punto ni tomar respiración. No creo que
exista un profesional de la política capaz de poner tanto entusiasmo en una
iniciativa que sabe que va a perder. Pero Irene tiene y demuestra la fe del
carbonero. Después de oírla en la rueda de prensa y en la conversación con
García Ferreras, terminé convencido: señor Rajoy, váyase despidiendo de la
Moncloa, que lo van a echar sin compasión.
Podemos tiene los
votos que tiene, pero es igual: por alguna inspiración divina, ese grupo sabe
-e Irene Montero lo revela- que la mayoría de los españoles han cambiado su
voto de hace seis meses y ahora ninguno quiere al Partido Popular. Unidos
Podemos se siente depositario de esa voluntad revelada y se dispone a cumplir
su mandato: no hay tarea más urgente en España que desprenderse de ese lastre
de Pontevedra, jefe de un partido corrupto, y Unidos Podemos lo va a ejecutar.
El cómo es un misterio, pero echar a Rajoy es la primera obligación de
cualquier servidor público. Cuando este cronista estaba empezando a
convencerse, Irene Montero vino a decir que se había quedado corta: el
saneamiento nacional no consiste solo en echar al presidente, sino en expulsar
a su partido de las instituciones. Zafarrancho general. Un paso más y
propondrán que borremos al PP de nuestras conciencias, de nuestros
sentimientos, de nuestra memoria. Comprenderá el lector que, ante ese
trascendental reto, las primarias del Partido Socialista son una menudencia.
Total, se trata de una cuestión menor: que se rompa o siga unido uno de los
pilares del sistema; se sustituye por Podemos, y asunto resuelto.
Lo de Rajoy,
no. Lo de Rajoy tiene aires de desafío épico y ético, aires de cruzada contra
el maligno. Espero con ansiedad el discurso de demolición de Pablo Iglesias.
Pero espero con más ansiedad lo que dirán los de Unidos Podemos después de la
votación. Abro ronda de apuestas: ¿dirán que la trama se defiende a sí misma?
¿Reconocerán que, si Rajoy no es querido por la mayoría, quienes lo quieren
echar son todavía menos queridos? ¿Se quedarán mirando a la parra y dirán que
las uvas están verdes? ¿O alegarán que, habiendo perdido la moción, realmente
la han ganado y, por tanto, Rajoy se tiene que largar? Después de escuchar a
Irene, creo que es fácil apostar.
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