Al PP le interesa que siga el camaleón de Pedro. En cambio con la Sultana habría pacto dos o tres días antes de que se convocasen elecciones de donde saldría un Gobierno muy debilitado -no más de un año de pacto, elecciones y hasta es posible que Susana recuperase parte de los votos perdidos.
A 24 horas de que, en teoría, se vaya a reunir el comité federal, máximo órgano entre congresos, elPSOEes una nave ingobernable y su futuro, una incógnita. Los socialistas vivieron ayer otra jornada de caos, condos direcciones paralelas que se arrogan la autoridad en el partidoy convocan reuniones de órganos internos que la otra parte considera nulas por estar fijadas por quien carece de competencias para ello. La presidenta andaluza,Susana Díaz, cabeza visible del sector crítico,pasó ayer al ataque. Devolvió a Sánchez la acusación de que ella lidera a los que quieren convertir al PSOE en un «subalterno» del PP, advirtiendo de que con la dirección actual los socialistas pueden acabar como IU, absorbidos por Podemos. Y le reprochó que anteponga sus intereses personales a los del país. «Ahora toca este país, España, y luego el PSOE», señaló Díaz, en referencia a que, antes de la lucha por el liderazgo del PSOE, en España debe haber un Gobierno.
Pedro Sánchez, que insiste en que a pesar de las dimisiones en la ejecutiva sigue siendo el secretario general, convocó una reunión del comité federal, que debería fijar el 12 y el 13 de noviembre un congreso extraordinario para elegir una nueva directiva. Pero antes de eso, según los planes de Sánchez, serían los militantes los que escogerían al nuevo líder en unas primarias el 23 de octubre, es decir, en tres semanas. Este calendario está, sin embargo, en el aire porque los críticos insisten en que Sánchez ya no es el secretario general y lo que procede, una vez disuelta la ejecutiva, es que el comité federal designe una gestora, que será la encargada de llevar al PSOE a un congreso en el que se decida la nueva dirección, pero que no se celebraría hasta que la gobernabilidad de España quede resuelta. Díaz no rechaza ir a un congreso, pero advirtió de que la situación «dura y dolorosa», que atraviesa el partido merece una reflexión en «profundidad y sin prisas».
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