Lula, Dilma, Cristina KK, Maduro e Iglesias han tomado la Complutense de Madrid para adiestrar terroristas.
Un sindicalista, Lula
da Silva, juraba como presidente de Brasil el 1 de enero del 2003, con la
promesa de erradicar la corrupción y dignificar al trabajador. Tantas fueron
las promesas populistas que hasta los mismos brasileiros daban por hecho que convertiría el país en el Edén de América. Durante sus ocho años de mandato, Lula da
Silva sacó a 28 millones de personas de la miseria con su proyecto Fame Zero y
se convirtió en el icono de la izquierda pragmática en un Brasil que superó
todas las expectativas, convirtiéndose en un país estrella de las economías
emergentes, aunque la deuda era cada vez mayor
y sospechoso. Nombró un total de 37 Ministros de los que todos y cada
uno de ellos están o han estado en la cárcel. Solo quedan fuera, él y su hasta hace
pocos días enemiga, Dilma Rousseff.
Director espiritual de los bolivarianos. |
Simón Bolívar, no era golfo,
si guerrillero. ¿Qué hubiese hecho con los bolivarianos que manipulan su
movimiento y nombre? Argentina, Brasil y Venezuela (8º, 4º 5º países más ricos
del mundo en recursos propios) actualmente en proceso en bancarrota. El país está en recesión, la corrupción
carcome al Partido de la Trabajadores y aquel encantador de masas y político
honesto se escuda en un cargo en el Gobierno para blindarse ante el poder
judicial. Una Justicia que quiere procesarle por enriquecerse a cuenta de las
corruptelas que salían del pozo sin fondo de Petrobras e incluso meterle en
prisión preventiva. «En Brasil es así. Los pobres cuando roban van a la cárcel,
los ricos se vuelven ministros». No podía ser más apropiada pronunció Lula
cuando era pobre.
En el 2005, ya salió
ileso del caso del Mensalao, que puso en jaque a su primer Gobierno, pese a que
varios de sus colaboradores dieron con sus huesos en la cárcel. Lula pretende
plantar batalla ahora a Sergio Moro, el fiscal anticorrupción estrella y
referente de la marea opositora. «Si querían matar a la serpiente, debieron
golpearla en la cabeza, no en la cola, porque la serpiente está viva como
siempre estuvo», proclamó combativo. Pero una gran parte de los brasileños ya
no se ven seducidos por la serpiente y le reprochan su maniobra de esconderse
bajo el aforamiento para salvar el pellejo.
El próximo país en
saquear por razones de peso y populacho
será España, la España de Podemos y su
secta.
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