Buen político pero poco
inteligente son pocos quienes cuestionan que ni fue nada ni “no” fue nada. Pero
si es cierto que Felipe González marcó una época como líder de la oposición en
la transición y luego al frente del Gobierno, siempre lo fácil. Fue un líder
que antepuso el pragmatismo a la ideología, daba igual que el gato fuera blanco
o negro, lo importante es que cazara ratones. Convertido en un viejo jarrón
chino como expresidente, González se dedicó a ganar dinero de forma absurda y a
vivir bien cuando vivía mejor, por ejemplo, siendo consejero de Gas Natural,
eso es robar. Pero es un animal político en estado puro y eso nunca se olvida.
Ahora ha abrazado la loable causa de exigir la liberación del opositor
venezolano Leopoldo López, líder del partido socialista de Venezuela en inscrito en la internacional Socialista.
Ha elegido esta y no otras muchas que también lo merecen, en China, Arabia
Saudí o Marruecos sin ir más lejos. Está en su derecho.
Tremendo error el suyo
en su carta a los catalanes, un alegato fundamentado contra el independentismo,
pero en el que hizo una comparación odiosa entre lo que está pasando en
Cataluña y lo que sucedió en los años 30 en Alemania e Italia, o sea, el
nazismo y el fascismo. A esto se agarraron los secesionistas para descalificar
el resto de los argumentos sólidos de la carta. Es el peligro de creerse por
encima del bien y del mal La voluntad de verdad todavía le
seducirá a correr más de un riesgo peligroso. Felipe di que ni eres ni crees en
el socialismo.
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