A falta de 5 días para las elecciones autonómicas
catalanas, los dos grandes partidos nacionales empiezan a dar pruebas de
angustia con llamadas desesperadas al voto. Como no han logrado abrirse un
hueco relevante entre la opinión pública, se dirigen a la “mayoría silenciosa”,
que es lo mismo que apelar a agentes invisibles no identificados en cuantas
encuestas se han realizado. Frente a ellos, la candidatura unitaria de
independentistas roza la mayoría absoluta en los sondeos, lo que les daría pie
para iniciar un proceso ilegal y esperpéntico hacia la creación de un nuevo
estado europeo.
La culpa de lo que
ocurre corresponde en gran medida a la actuación del Gobierno y del PSOE por no
haber hecho un frente común contra el nacionalismo en septiembre de 2012,
cuando la Generalitat dio un golpe de timón poniéndose como meta un referéndum
de autodeterminación. A Rajoy y a Pedro Sánchez les faltó sentido de Estado. Si
la división de los dos grandes partidos es muy grave, peor es aún la respuesta
que ha dado cada uno por su cuenta: Rajoy encogiéndose de hombros y pasando la
patata caliente a los jueces, y Pedro Sánchez realizando una propuesta de
estado federal, como base a la negociación con los independentistas.
No hace falta recordar
que las leyes están para ser cumplidas. El movimiento que encabeza Artur Mas
todavía no sintió que frente a él hay un poder legítimo constituido que puede
tomar duras medidas contra los sediciosos. A lo más que se han atrevido es a
decirles a los catalanes que la independencia conllevaría la expulsión de la
Unión Europea y del euro. Nuevamente, las medidas punitivas las tomarían otros
(los jueces, Bruselas), nunca el Gobierno de España. Rajoy desconoce un
aforismo de ajedrez que reza así, “la amenaza es más fuerte que la ejecución”.
Nadie les habló de suspensión de la autonomía, de cárcel, de boicot a los
productos catalanes. Una región que vende más a Cantabria que a Estados Unidos
y más a Murcia que a China, se empobrecería inmediatamente cuando se alteraran
las relaciones comerciales. Lo más importante de todo es que si Rajoy y Pedro
Sánchez hubieran utilizado esta estrategia desde hace tres años, ahora no
andarían buscando una mayoría silenciosa, sino que un amplio sector de la
ciudadanía catalana habría vencido el miedo y hecho frente al delirio
independentista. Por la vía del amedrantamiento ganó el nacionalsocialismo en
las urnas alemanas, en 1933, con catorce millones de votos.
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