conservadora que, sin ser inepta, es aburrida
y tirana. A Rajoy no se le perdona su carácter discreto y reservado, el cual,
antes que debilidad o estupidez, revela la astucia galaica y el sentido de la
prudencia. De todo el largo rosario de calamidades que, como las siete plagas
de Egipto, amenazaban con devastar la nación, apenas unas pocas quedan en pie y
sin solidez.
Mucho me temo que los
problemas vayan creciendo y el pueblo opte por violencia, de todas
formas, no va a ser fácil para los ciudadanos seguir metiendo monedas a las
máquinas de la ORA cuando lean algunas de las conversaciones entre los
políticos y los gestores de esas empresas de servicios –donde se “escuchan”
comisiones desorbitadas. Ni les será fácil seguir pagando a Hacienda y
sufriendo sus rigurosos exámenes mientras no investigue de pies a cabeza a
estos políticos y empresas colaboradas de la financiación delictiva de partidos
políticos. Ni siquiera es fácil seguir creyendo en el sistema ante este nuevo
capítulo de financiación asquerosa de partidos y políticos. Es lógico que
muchos piensen que se necesita una limpieza en masa o si no una política de
urnas vacías hasta que se legisle un nuevo sistema donde las personas elegidas
en listas abiertas manden sobre los partidos, podridos en general, y que
transmiten su podredumbre a la Administración.
El PP y el PSOE siempre
se han opuesto a que los votantes puedan elegir a sus representantes con listas
abiertas, aunque algunas voces díscolas de ambas formaciones se han manifestado
a favor de esta propuesta. Aunque realmente -por dentro- es lo que
prefieren, solo que a su manera.
Esperanza Aguirre
habría de nuevo el debate: "acabar
con las listas cerradas y mejorar la democracia interna de los partidos
sería aire fresco en nuestro sistema de organización política". El sistema
de votación sería similar al empleado actualmente en el Senado, en el que el
votante marca con una x el nombre del político y poco o nada ha resuelto. Los palmeros del PPSOE ya se
encargarían de que los votantes acudiesen a las urnas con la cruz tachada para
la elección de sus candidatos privilegiados. Y esto, esto, os puedo
asegurar que solo favorece a los grandes. España tiene caducado hasta el
nombre y a eso os cito más pronto que tarde. LEY, LEY, LEY.
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