Rajoy en un hombre grande criado a base de Pelargón, yogur y
niñera de uniforme. Tan buen estudiante como mal dirigente. Aznar lo sabía, por
eso lo utilizó, pensaba que sería su marioneta y, al final, van a terminar los
dos como leones de circo. Aznar era habilidoso y le gustaba escuchar la opinión
de doctos en materias que no conocía, luego hacía aquello que le salía de los
huevos. Pero el parvo de Rajoy, ni eso. Por eso aunque solo sea padre adoptivo de
las tropelías de Aznar va a pagar como padre biológico de las mismas, caso Gurtel, escándalo Bárcenas y en el
desmadre de la contabilidad del PP, acaso la mayor sea la de haber consentido
que él y su partido llegaran al Gobierno con ese lastre insoportable. Con esa
pesada carga a cuestas que maniata al Ejecutivo y lo sitúa ya desde el arranque
de la legislatura al borde del abismo, cuando lo que España necesitaba era un
presidente sin hipotecas ni ataduras, centrado exclusivamente en luchar contra
el monstruo de la crisis y capaz de aplicar soluciones drásticas sin tener que
consultar cada día a cuánto cotiza su imagen en el mercado de las encuestas.
Al margen de que él sea o
no personalmente responsable, Rajoy sabía ya cuando se presentó como candidato
a la presidencia del Gobierno que Bárcenas era una bomba de relojería que
acabaría estallando más tarde o más temprano en mitad de su mandato. Y,
sabiéndolo, no hizo nada para minimizar unos daños futuros que, por su tamaño y
repercusión, no afectan ya solo a su presidencia y ni siquiera ni a su partido,
sino que son un baldón para una España entera que pretende levantar la cabeza
tras años de sacrificio y fatigas. El grado máximo de descontrol sobre la
situación se alcanza cuando llegamos al momento en el que la secretaria general
del partido carga el muerto del asunto Bárcenas sobre las espaldas de su jefe.
Así, sin anestesia. Fue Rajoy, le dice De Cospedal al mismísimo juez, quien improvisó
una variedad de sandeces para justificar
l del finiquito de Bárcenas, en diferido y con simulación de sueldo. Y, por si fuera
poco, deja caer inmediatamente después, ya en privado, que ella sapos se va a
comer los justos. Lo cual nos lleva, de batracio en batracio, a comprobar que a
Rajoy De Cospedal le ha salido rana. Si lo que pretendió al nombrarla como
número dos contra viento y marea en el propio PP era confiarse a una especie de
Juana de Arco dispuesta a inmolarse por la causa, lo que ha acabado creando es
una basta de segunda fila resuelta a prender en el partido la llama del fuego
purificador. Pero sin entrar ella en la pira, claro, porque ni De Cospedal es la
doncella de Orleans, ni Génova es Ruan. Sencillamente ha elegido como marido a
un “rano” que sin lugar a dudas es el mayor depredador de ahorradores
españoles, la persona a la que más escándalos financieros se le atribuye y que
más acumulaba.
La consecuencia de ese error de cálculo garrafal es que a la
vuelta de la playa nos esperan emociones fuertes. Destitución de la secretaria
general del PP, crisis de Gobierno y sálvese quien pueda. Enhorabuena a los que
sobrevivan. Mi pésame por anticipado a los difuntos. Pero mucho me temo que no
va a quedar ninguno.
Hágase el milagro, aunque lo haga el diablo. FARMACIA LIBRE YA
ResponderEliminarLo mismo no encontramos ninguna dimision otoñal, no nos hagamos ilusiones...
ResponderEliminarAquí, políticamente no va a pasar nada, nada que un juez quiera que pase. Dimitir en este país, lo asocian con un nombre ruso.
ResponderEliminarExcelente reflexión el cual disfruto mucho por la excelente redacción. Se necesita con urgencia "Un Milagro" querido amigo.
ResponderEliminarY ¿no será justo al reves? Que el sector arenero ha filtrado que Cospedal es filtradora de una filtración hecha por ellos para poder acusar a Cospedal. Osea, te agarras al sillón y te pegas con loctite el c... Filtras que Cospedal anda enredando. Pones el grito en el cielo. Luego acusas a Cospedal de filtrar. Mientras tus correveidiles se van metiendo con su marido, en una actitud machista intolerable
ResponderEliminarArenas, y en general el PP-A, no son más que una rémora para el PP. Recordemos su desastrosa campaña electoral en Andalucía las pasadas elecciones, que sólo hablaba de mantener los privilegios de los funcionarios (como si Andalucía no tuviese problemas mucho más serios e importantes y como si la inoperancia de los funcionarios andaluces no fuese la causa de muchos de estos problemas).
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