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No es
inédito ver a una persona que, aparentemente, duerme plácidamente en la calle y
otras “personas” pasan y pasan. Hasta que una otra persona que, desgraciadamente, no es buen ejemplo para
la humanidad se agacha, lo interpela, lo desdobla de su posición y le pregunta
¿En qué puedo ayudarle? Cuando observa que yace muerto sobre un charco de sangre. De
momento, una gran banda de curiosos se horrorizan y con las manos en la boca
gesticulan asombro, lastima, disconformidad –por no ser ellos ese centro de
atracción- y hasta le hacen fotos al muerto o se hace ellos alguna junto al muerto
para su álbum. Es curioso, pero llaman más a la ambulancia que a la funeraria;
si, los muertos, son más cosa de papeleo
charcutero que de pompas fúnebres. Esto es indiferencia.
En los
países latinoamericanos esa indiferencia se ha generalizado hasta situaciones
de extrema gravedad. Día a día vemos como sale un político corrupto y entre
otro más corrupto sin agredirse ni judicialmente. Están confabulados, son carroña
propia, no tienen sentido de la humanidad y, además, les avalan un montón de
innobles o indiferentes votantes. Algunos, caso de Cristina Fernández de K.
reciben un enorme montón de votos por su reciente viudez. Otros por ser más
guapos y apuestos que su “rival”. Los hay que son votados hasta por su
condición de gay o lesbiana.
Es tal la indiferencia
que ya no es noticia que millones de niños mueran de hambre; en cambio, millones
de “””personas” lloran, veneran, aclaman
la muerte de un músico/a que ha muerto por una sobredosis de no qué y sus
ventas de discos rozan lo imaginario. Este no es un muerto charcutero, este
vivía de la música.
De modo que
ante situaciones inéditas reaccionamos
siguiendo las pautas de la masa, si otro
da el primer paso, yo le sigo, si nadie se inmuta, no me inmuto. Esta tendencia
a asimilarse al grupo es la base de los tumultos de la masa y la base de la
indiferencia entre individuos. Nuestra cultura sigue indiferente a una
verdadera conciencia del grupo donde el miedo a quedarse fuera es superior al
poder del propio criterio y a la conciencia de la necesidad de la comunidad.
El diferente
es el que da el primer paso porque distingue, diferencia y tiene criterio y
este diferenciar mueve su voluntad. En este mundo de incertidumbre donde no hay
lugares de seguridad, donde se ha perdido la esperanza cómoda de la
planificación porque 'con todo lo que está pasando' no se sabe lo que va a
pasar, tampoco se despierta el criterio propio y la voluntad se deja estar
llevada por la generalidad de lo que la masa hace.
Cada día
somos más bultos de carne acunados por suaves movimientos soportamos los
cambios bruscos de la realidad atenuándolos, haciéndolos un poquito más
indiferentes. Seguir el cambio fue siempre difícil, preferimos la estabilidad
como decía ya Parménides y desarrollaba Platón. ¿Pero a qué precio? Al precio
de la indiferencia y la reconcentración egoísta, de la carencia de solidaridad
y de la agudización del instinto de supervivencia pero ahora desligado de la
comunidad. Si el sálvese quien pueda gana, la sociedad se diluye y actuamos como el
hombre lobo que Hobbes describía. Pero no ser lobos no quiere decir ser mansos
corderos, sino leones y niños nietzscheanos que tienen un alto concepto de la
vida, no de la vida por la vida, sino de una vida cualitativa que no viene dada
sino por la que hay que luchar, jugar, gritar, bailar, crear entre individuos
para reunificar la masa humana.
De
indiferencia no se vive, se muere lentamente. Con indiferencia no se convive,
se mata lentamente.
Me gusta, entro muchas veces Juan Pardo
ResponderEliminarBlu
De indiferencia no se vive, se muere lentamente. Con indiferencia no se convive, se mata lentamente.
ResponderEliminarMuy bueno vuestro análisis crítico, mi siempre querido Juan, pero vale la pena tener en cuenta que existen muchas personas e instituciones solidarias que, para nada son indiferentes ante al adversidad ajena.
ResponderEliminarTe dejo mis más cálidos saludos y la libertad de compartir en mi muro, vuestro enlace.
A los crédulos ciudadanos españoles nos dicen los políticos-Banksters que miremos burros volando en el cielo y con gran credulidad vemos burros volando, nos han convertido en tontos del bote, nos creemos hasta que nos digan que los españoles conservamos derechos que ya no tenemos porque nos han sido arrebatados.
ResponderEliminarLos españoles nos creemos que nos otorgan derecho a la Vida, a la Propiedad Privada, en nuestras cabezas huecas creemos todo lo que dicen los medios de comunicación masiva repitiendo retóricas de políticos titiriteros, los españoles creen todo lo que escuchan en la mas media desplegada por políticos canta mañanas sin credibilidad al servicio del poder banksters celebrando nuestras libertades ante logias internacionales que se comen nuestro pan y nuestras vidas.
Los españoles tenemos un problema de Credulidad, si las autoridades esquilmando dicen que hay burros volando, ¡¡ Mirad un burro volando !! todos los españoles miran al cielo y cual milagro divino, ven un burro volando con tanta Credulidad que todo el inconsciente colectivo español ven brotes verdes y la libertad de sus hijos, viviendo fuera de España y hasta ven el hambre como una forma de riqueza para mantener el tipo... el tipo si pero a pan y agua mohoso que hace ver burros volando y hasta asados de cordero regado con vino tinto de la Rivera del Duero