La vida sin pasiones es un infierno
de por sí.
Por
Luz María López
Soy cristiana no practicante. De
hecho he sido cristiana por imposición de mi crianza y cultura, mas la religión pesa sobre mí como
pesan los pecados. De niña no me atrevía a masticar la ostia por no mutilar el cuerpo de Cristo. Así de fuerte es esta concepción
de lo santo. Moviéndome a la
genealogía de la moral, al igual que Nietzsche pienso que el cristianismo guarda un profundo
resentimiento, como fe ha
sido una fuerza avasalladora que dicta
mansedumbre como virtud que
premia en la otra vida, “la verdadera”. En cierto modo
es maravillosa la idea de una
eterna existencia sin sufrimiento pero lo que es horrendo es la amenaza de
castigo y tinieblas que van atadas a
la filosofía moralista de la religión.
El infierno.
Creo que todos los cristianos
hemos aceptado el mito de la condenación. Es por eso que medimos nuestras
conductas con la regla de Iglesia. Deseamos la salvación. ¿Quién quiere
arder en esa infernal hoguera por el infinito plazo de vida, allá arriba? Tanto es así que los perdones se compraban. Todavía
se compran con el arrepentimiento y la oración. Esta domesticación ha sido
buena y necesaria para la humanidad, acota un estudiante del curso de filosofía. Estoy de
acuerdo en cierto modo. Lo que no acierto a comprender es esa necesidad imprescindible de castigar a los
pecadores sin la menor indulgencia, la
culpa jamás a disminuida por la expiación. Algo que parece ser tan ajeno
a la Misericordia de Dios.
Es
obvio que Nietzsche entiende el origen de la moral a raíz de una historia
inconclusa de antítesis entre la moral de los nobles y la moral de los
esclavos. Infiero que lo que el filósofo trata de comunicar es que la moral
esclava apaga la pasión en el hombre. Al
hacernos a todos iguales antes los ojos de Dios, no domina la exaltación por la
vida, el ímpetu, la creatividad que pueda acarrear consigo. No domina ni
siquiera el deseo mismo de luchar. Somos todos corderos. Quitarle el
reto a la vida no hace la vida mejor para todos, sólo la hace mejor para el
conformista porque no tiene que lidiar. La historia de la humanidad está
escrita con los retos de los hombres que se atrevieron a ser diferentes, aunque
muchos pagaron un alto precio por su osadía, por ejemplo: Galileo Galilei.
Un término que captura
acaso parte del mensaje de Nietzsche es “nihilismo”. Nada vale. Pues si el ser
humano asume una actitud nihilista, lo que le queda es esperar la muerte, ese
gran comienzo en la otra vida, donde tampoco hay luchas porque no hay retos
siendo todos iguales,
supuestamente. Quizás lo único divertido sería mirar hacia el infierno y
regocijarse de ver a las aves de rapiña arder sin nunca llegar a
calcinarse.
Dios a muerto, dijera Nietzche, me hubiera gustado preguntarle, qué Dios ha muerto? el Dios del AT de la ley del Talión, del ojo por ojo, diente por diente? o el Dios del NT que dijera en boca de Jesús Amaos los unos a los otros? Pobre Dios condenado a las interpretaciones de los hombres de acuerdo a las épocas o las conveniencias
ResponderEliminarY ahora siglo XXI, inventaremos un Dios digital?....pero de algo estoy seguro cuando llegue el momento de los sufrimientos y del fin nos aferramos a ese Dios que muchos niegan su existencia.
Excelente tu Nota Hija, escrita con la capacidad que te caracteriza
Antonio
El que todo lo pierde, le queda un Dios todavía. Gracias pater - Antonio Sanchez. Respecto a Nietzsche - imposible leerlo sin exaltarnos.
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