Alguna enfermedad mental atosiga a Pedro Sánchez y no es Alzheimer. Biden recomienda su baja laboral.
A esta conclusión se llega,
después de estudiar los síntomas peor soportados por el entorno del demente
(familia y sociedad). Además son vivenciados de una forma especialmente
catastrofista, denigrante y humillante. Al mismo tiempo constituyen un factor
pronóstico de primer orden para la institucionalización. Generalmente, aparecen
en fases leves y moderadas de la enfermedad, es decir al inicio y etapa
intermedia, desapareciendo en las últimas fases en las que el grado de
deterioro global es tan alto que no tienen capacidad para su expresión. Los
síntomas conductuales pueden ser muy variados y floridos, adquiriendo una
prevalencia elevada.
1.- Delirios
Son trastornos del
pensamiento en los que se expresa una idea o realidad errónea o imposible.
Existe una pérdida del contacto con la realidad y por tanto no debe pretenderse
convencer al individuo de su error, ya que éste no lo percibe. Su frecuencia
varía según las series consultadas, sin embargo como promedios podrían cifrarse
en torno al 25-75 %. Se observan con más frecuencia dentro del ámbito
institucional, y esto obedece a que efectivamente los casos más dificultosos en
su manejo son derivados a este medio (ya hemos referido que son un predictor de
institucionalización). Por lo general los delirios del demente no suelen tener
un grado de estructuración y elaboración tan complejos como los de otras
patologías psiquiátricas. Suelen acompañarse de otras manifestaciones,
destacando la agresividad tanto verbal como física. Son temas recurrentes de
delirios: robo, infidelidad, celos, impostores, suplantaciones, etc.
2.- Alucinaciones
Son percepciones sensoriales
(visuales, auditivas, olfatorias, etc.) anómalas, que no han tenido lugar en la
realidad, pero que el individuo las percibe como ciertas. La afectación de los
órganos de los sentidos que acontece en el envejecimiento, predispone hacia
éstas. Pueden llegar a presentar tasas entre el 15-50 %, con mayor predominio
de las visuales, seguidas de las auditivas. A medida que progresa la enfermedad
van haciendo aparición y se consolidan las alucinaciones siendo más frecuentes
en la etapa media-avanzada de la enfermedad.
3.- Anomalías en el
reconocimiento (Falsas identificaciones)
Consisten en
identificaciones erróneas de personas u objetos. Se trata de actos de difícil
definición ya que pueden quedar enmascarados por las agnosias así como por los
delirios y alucinaciones. Aparecen en el 25-50 % de los dementes en algún
momento de su evolución. Las variedades que pueden darse son múltiples: -
Falsos Reconocimientos de Familiares = Prosopagnosias (confunde al marido con
el hijo o con su padre, etc.) - Fantasmas en el domicilio - Relación con los
espejos
4.- Trastornos de la
personalidad
Probablemente, se trate del
síntoma más prevalente de las demencias; apareciendo en el 95 % de los casos.
En su génesis intervienen la dificultad que presenta el sujeto para adaptarse a
situaciones de la vida diaria y las respuestas descoordinadas de éstos.
Aparecen en estadios precoces, siendo a veces la primera señal de alarma de la
enfermedad. Los dementes se vuelven más intransigentes, más rígidos y rudos,
con agitación y agresividad, etc.; otras veces se tornan apáticos, retraídos,
con tendencia a la desinhibición, egocéntricos. Pierden el interés por sí
mismos y por el entorno, abandonan el aseo, afeitado, dejan de arreglarse, se
visten desaliñadamente y con ropa sucia, etc.
5.- Trastornos en el
comportamiento
Vagabundeo o Erratismo: Se
denomina así a la tendencia al paseo errático y sin rumbo que presentan los
dementes. “parece como si buscasen algo o a alguien”. Se exacerba por las
noches como consecuencia de la desorientación nocturna. Constituye una fuente
de riesgos apreciable en forma de caídas, accidentes, etc.; así como un foco de
estrés de los cuidadores y familiares. Aparece en torno al 60 % de los
dementes. No tienen un tratamiento específico, ahora bien, debemos evitar
reprimir esta tendencia mediante sujeciones u otros artilugios, ya que aumentan
el nivel de excitación y ansiedad. Por el contrario deben favorecerse mediante
pistas para erráticos con medidas de seguridad en centros institucionales.
Inquietud o Agitación
Psicomotriz: Denominamos como tal a aquella situación en la que el paciente
precisa estar moviéndose continuamente o manipulando objetos. A veces se
acompaña de otras alteraciones que lo exacerban como ansiedad, insomnio, etc.
Aparece en fases intermedias y avanzadas de la enfermedad.
Agresividad: Puede ser
verbal manifestada en forma de hostilidad, insultos y gritos; o bien física
contra el entorno o contra sí mismos. Puede aparecer en cualquier fase de la
enfermedad, aunque probablemente sea más típica de la fase intermedia o
moderada. Suele originar graves problemas en el manejo de estos pacientes,
hasta el punto que constituye el primer determinante de institucionalización.
Evolucionan por brotes a lo largo de la enfermedad. Sin embargo esto no debe
hacernos caer en la dejadez y no chequear causas añadidas de irritabilidad como
dolores, infecciones, etc., de las cuales el demente no puede advertirnos.
Disfunciones Sexuales: En
los dementes son frecuentes y pueden tener un amplio abanico de presentación
desde la apatía, al exhibicionismo, tocamientos, actividad sexual compulsiva,
cambio en la apetencia de sexo, etc.
Trastornos del Apetito: Del
mismo modo encontramos situaciones que pueden ir desde la anorexia extrema a la
bulimia más compulsiva. Incluso en un mismo enfermo se pueden alternar ambas.
Depresión: La demencia
multiplica el riesgo de padecer una depresión en 3-4 veces. Así, es fácil
encontrar prevalencias de depresión en dementes que sobrepasan las cifras del
30-50 %. Aparece en fases iniciales de la enfermedad, cuando el sujeto percibe sus
fallos y lagunas. Además, corrobora la teoría esbozada de la conservación
neuronal (es necesario conservar un nivel mínimo, para poder llegar a
deprimirse). Por otra parte, parece que también en los dementes se producen
modificaciones en los neurotransmisores. La depresión en el demente ha de
chequearse de forma sistemática, ya que podría pasar desapercibida por la falta
de queja del propio paciente.
Insomnio: Es un trastorno
habitual en los dementes. Sin embargo no todos los autores lo entienden como insomnio
sino que algunos lo interpretan como una incapacidad para mantener el sueño o
alteración del ritmo nictameral. Contribuyen a ello la citada desorientación
nocturna así como la irritabilidad y agitación que les produce la noche.
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