A Pablo Casado, cada vez, se le ve más PRESIDENTE y a Pedro Sánchez más en la cárcel.


Hay quien no cree que a Pedro Sánchez no le gusta la política, pero lo cierto es que solo le gusta el poder y el dinero. Este energúmeno que estudió en la universidad privada, Camilo José Cela (UCJC), de la Institución Educativa SEK, con sede en Villanueva de la Cañada, Comunidad de Madrid (España), posiblemente, la universidad privada más cara de España y donde consta que no terminó ni la licenciatura en económicas. Hoy se vanaglorie de ser el inductor de la Ley Celáa.

Pedro Sánchez estaba hasta los mismísimos huevos de ser el portamaletas de su mujer, alta ejecutiva de ONGs con ámbito delictivo. A primeros de año se van a publicar todas las ONGs en la que haya sido colaboradora destacada e incluso “PRESIDENTA” corporativa, la primera dama de España y ese palo no lo aguanta, Sánchez. Un caso parecido al de Urdangarín, solo  que a la inversa, de ahía que cuando Zapatero le propuso ser político ni lo pensó.

Decía Pedro Sánchez, en el congreso que en la vida hay que ser humilde, provocando la risa de hasta de los propios socialistas.

Su verbo se convierte muchas veces en una verborrea centrada en el autoelogio. La afirmación en el Congreso de que es necesario ser humildes, provocó la risa de una parte considerable de los diputados.

 

Ese mismo día, Pablo Casado, cada vez más seguro en la tribuna del Congreso, demostró, sin consultar un papel, las políticas sanitaria, económica, social, institucional y laboral de Pedro Sánchez. Se expresó el líder del Partido Popular con precisión y sentido del humor, y barrió de la Cámara al presidente del Gobierno.

 

Se comprende que el dirigente del PSOE sanchista eluda, siempre que le es posible, la confrontación con Pablo Casado. Creyó en esta ocasión que todo le saldría bien en su informe sobre la crisis sanitaria en el Congreso de los Diputados. Se equivocó. Pablo Casado le doblegó, si bien en las reproducciones de las palabras de Sánchez y del jefe de la oposición que han hecho los canales de televisión, casi todos afines al sanchismo, se manipularon a conciencia para que Pedro Sánchez salvase la cara.

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