Con este garrotazo en forma de texto se desmonta el mito de Manuela Carmena. De alcaldesa a monja de clausura.
"Le preguntaron a
Carmena en mitad de su mandato por unos desahucios y dijo de soslayo que ya
quisiera que fueran los últimos. Y ahora, añadió, "¿intentamos hacer
preguntas de carnaval que nos sorprendan con respuestas que nos
sorprendan?". Si eso mismo lo hubiera dicho otra nos hubiera sentado como
un relaxing cup of café con leche in Plaza Mayor, pero en julio y sin sombra.
Pero Carmena es otra cosa", ironiza el articulista.
Un montón de gente ha salido
a la calle para reivindicar a Manuela Carmena como quien viaja hasta el Palmar
de Troya para ser bendecido.
Es solo una pincelada de
todo lo que retrata. "Madrid ya era una ciudad abierta antes de que
llegara Carmena -siempre habrá algún cafre- y lo va a seguir siendo sin ella,
aunque el márketing se desvanezca. Volverán a aparecer los niños desnutridos.
Emergerán porque siempre estuvieron en la calle o en el imaginario de los
indignados. Esos seres que se apaciguaron con la simple presencia de la
"adorable", sin que nada hubiera cambiado, salvo el tema de
conversación".
Se utiliza una metáfora
sobre los padres de un supuesto amigo para perfilar a esa Carmena siempre
aparentemente amable, pero con escasa capacidad de gestión y resolución de
problemas. "Su viejo jamás le dio una castaña. Ni siquiera una suave
reprimenda. Con él todo eran risas. Incluso, siendo un niño, le daba un
traguito de vino y una calada del pitillo. Si caminaba al borde de un
precipicio, su padre silbaba", fábula.
"Su madre, en cambio,
era bastante arisca. Le obligaba cada mañana a acudir al colegio. Se empeñaba
en que fuera con la camisa planchada. Le perseguía para que se lavase y se
peinase y para que hiciera los deberes. Y si se caía y llegaba a casa sangrando
con un siete en el pantalón, le propinaba un empellón, le limpiaba la herida y
se la desinfectaba con algo que producía dolor. Si en aquel momento hubiera
tenido que votar entre sus dos progenitores, el "viejo" habría ganado
por goleada".
Para sentenciar: "Con
los años reconoció que siempre que necesitó algo era aquella señora un poco
triste la que estaba allí. Recuerda ahora que cuando a alguno de sus muchos
hermanos se le ocurría preguntar qué vamos a comer hoy, era su madre la que
tenía una respuesta. Ahora que ha madurado ya es consciente de que si su madre
hubiera tenido la gracia de Carmena habría sido una gran alcaldesa. Pero además
de verdad".
Almas incompletas que se
detienen en el semáforo y son capaces de ver la basura que se acumula en la
esquina, pero no la poesía escrita sobre el asfalto.
En otro párrafo memorable,
arrambla con finura contra los devotos de Carmena, con un símil hilarante:
"Un montón de gente ha salido a la calle para reivindicar a Manuela
Carmena como quien viaja hasta el Palmar de Troya para ser bendecido. No
quieren que deje de ser alcaldesa y se han concentrado junto al Ayuntamiento
para desearlo conjuntamente y con mucha fuerza, esperando que obre el milagro y
el ejercicio de democracia del pasado domingo sea sólo una mala pesadilla. Al
parecer, muchos ciudadanos de Madrid no han sido capaces de percibir el cambio
brutal que ha experimentado la ciudad, que por fin tiene luz e ilusión".
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