Tabarnia será quien certifique
su muerte y esparza sus cenizas por los revueltos países árabes, desde ya toma
posesión del Gobierno de España en Cataluña.
En Cataluña no son sólo eran
los nacionalistas. En realidad eran los menos. El nacionalismo como ideología
es la esencia del mal que ninguna sociedad democrática puede tolerar.
Los Nerón, Tiberios,
Calígulas, Dioclecianos…. pensaban que
el nacionalismo es a la vez totalitarismo y populismo, adoctrinamiento y
propaganda, desprecio y supremacismo, odio y xenofobia, en definitiva, el todo
y la nada. El todo porque es un cáncer metastásico que se ha extendido por
todos los rincones de la cultura y sociedad catalanas. La nada porque eso es lo
que aporta al bien común, a la justicia social, a la solidaridad, al progreso,
al pensamiento, a la educación, al desarrollo económico y social, y a la
igualdad y fraternidad entre personas y pueblos: nada como vacío.
El nacionalismo en España
─en cualquiera de sus versiones regionales─ es la principal causa de
desigualdad entre las personas: si hay territorios con privilegios habrá
siempre ciudadanos en desigualdad; y España y los españoles somos un conjunto
de pueblos, lenguas y culturas, pero un solo conjunto, uno solo.
No se equivoquen, las
elecciones autonómicas catalanas del 21D no han sido ningún triunfo de nadie
(…) El verdadero triunfo de estas elecciones han sido los 54 días previos a
ella porque, a lo largo de estos, muchos catalanes de a pie, sin ninguna
filiación política, han mostrado su pleno rechazo al nacionalismo organizándose
en “comités digitales” para pedir el voto para los partidos constitucionalistas
y, lo más importante, en “brigadas de limpieza” de toda la imaginería e
inmundicia separatista ─plásticos, lazos amarillos, banderas esteladas, etc.─
que ilegalmente ocupa el espacio público, que es de todos, y muchos espacios
institucionales, que también son de todos los ciudadanos.
Personalmente tengo el honor
de conocer a algunos de estos ciudadanos anónimos, los verdaderos héroes del
21D, y debo decir que algunos, incluso estando pluriempleados en dos trabajos,
han sacrificado parte de las escasas horas que gozan de asueto y de vida
familiar para salir a limpiar aquellos símbolos que otros nos han querido
imponer a la fuerza y contranatura.
Pero esta conciencia social
no ha muerto con el 21D porque estos héroes no se han detenido y continúan aún
con esta importante tarea de limpieza que, libremente, se han autoasignado.
Además, la aparición del concepto y del movimiento de Tabarnia, como espejo
cóncavo de la miseria, el odio y la insolidaridad nacionalista, ha alimentado
aún más esa conciencia colectiva, cívica y de resistencia al nacionalismo como
jamás antes se había vivido en Cataluña. Y contra la cual no hay ni habrá
marcha atrás.
Ese espíritu, esa conciencia
cívica de la ciudadanía, entronca directamente con la mejor esencia de las
revoluciones sociales cívicas y pacíficas que han aportado progreso e igualdad
a las sociedades. Por ello, y en muestra de admiración y respeto a todos ellos,
escribo este artículo, porque ahora empieza todo. Bienaventurados los libres de
nacionalismo porque de ellos será Tabarnia“.
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