En una decisión sin precedentes, la Asociación de la Prensa de Madrid (APM) ha decidido amparar a un grupo de periodistas que informa habitualmente de Podemos, que se sienten acosados por el partido cuando realizan su trabajo. La APM emitió un comunicado inusual -tanto como inaudita es la petición de amparo de esos profesionales- en el que "exige a Podemos que deje de una vez por todas la campaña sistematizada de acoso personal y en redes que viene llevando a cabo contra profesionales de distintos medios, a los que amedrenta y amenaza cuando está en desacuerdo con sus informaciones".
Se trata de una dura declaración, basada "en los testimonios y pruebas documentales aportados por estos periodistas". La Asociación no difundió esas "pruebas y testimonios", pero algunos líderes de Podemos han dado muestras en repetidas ocasiones de cómo tratan a los informadores más o menos incómodos, incluso tratando de ridiculizarlos en público. Ese acoso trata de minar la credibilidad y el prestigio de los profesionales que informan habitualmente de la formación dirigida por Pablo Iglesias. Se trata así de engañar a los ciudadanos para que crean que el trabajo de esos periodistas está mediatizado por sus empresas o por oscuros intereses que sólo quieren la desaparición de Podemos y, para ello, nada mejor que tratar de confundir a la sociedad desprestigiando su labor profesional y si hace falta su dignidad personal.
Este ataque organizado de Podemos -"en sus propias tribunas, en reproches y alusiones personales en entrevistas, foros y actos públicos, o directamente en Twitter", afirma la APM- es un episodio más que refleja una forma de entender la labor de los medios de comunicación en la sociedad democrática que nada tiene que ver con el concepto de libertad de información que debe defender un partido político parlamentario.En 2014, poco después de la irrupción de Podemos en el mapa político tras las elecciones europeas, el ahora secretario general expresaba en el libro Conversación con Pablo Iglesias esa visión totalitaria, que no ha cambiado en estos años: "El poder mediático es un poder. Entonces, todo poder necesita regulación social y eso se hace a través de leyes. ¿Dónde está el problema?", se preguntaba, para concluir que "los medios de comunicación, por lo menos una parte, tienen que tener mecanismos de control público".
Iglesias justificaba una regulación de los medios, porque "la gestión de la información no puede depender únicamente de hombres de negocios y de su voluntad por permitir la libertad de expresión". Controlar desde el Estado la propiedad privada de los medios de comunicación es sinónimo de cercenar el derecho a la información, algo que no tiene cabida en una sociedad democrática. Podemos no contestó ayer oficialmente al comunicado de la APM, pero Pablo Echenique, secretario de Organización, echó balones fuera para no explicar el fondo de la cuestión. Afirmó que Podemos no se siente "reconocido en esas acusaciones" y reconoció que "sin más detalles no podía decir gran cosa" sobre esas acusaciones. Pero no hay excusa. Podemos y sus líderes tienen que dejar que los periodistas hagan su trabajo tal y como ellos entiendan. El amedrentamiento y la amenaza, pues, deben cesar inmediatamente.
En su primera rueda de prensa como presidente electo, Donald Trump retiró personalmente el turno de palabra a Jim Acosta, periodista de la CNN: "No seas maleducado vosotros dais fake news (noticias falsas)", le gritó, y le impidió que realizara su pregunta. No es muy distinto el discurso contra los medios de Trump que el que sostiene Podemos. En ambos casos se acusa a los medios de no decir la verdad al atender a intereses espurios con el objetivo de restarles credibilidad ante la sociedad. Porque al populismo, sea del signo que sea, le molesta la prensa libre.
Se trata de una dura declaración, basada "en los testimonios y pruebas documentales aportados por estos periodistas". La Asociación no difundió esas "pruebas y testimonios", pero algunos líderes de Podemos han dado muestras en repetidas ocasiones de cómo tratan a los informadores más o menos incómodos, incluso tratando de ridiculizarlos en público. Ese acoso trata de minar la credibilidad y el prestigio de los profesionales que informan habitualmente de la formación dirigida por Pablo Iglesias. Se trata así de engañar a los ciudadanos para que crean que el trabajo de esos periodistas está mediatizado por sus empresas o por oscuros intereses que sólo quieren la desaparición de Podemos y, para ello, nada mejor que tratar de confundir a la sociedad desprestigiando su labor profesional y si hace falta su dignidad personal.
Este ataque organizado de Podemos -"en sus propias tribunas, en reproches y alusiones personales en entrevistas, foros y actos públicos, o directamente en Twitter", afirma la APM- es un episodio más que refleja una forma de entender la labor de los medios de comunicación en la sociedad democrática que nada tiene que ver con el concepto de libertad de información que debe defender un partido político parlamentario.En 2014, poco después de la irrupción de Podemos en el mapa político tras las elecciones europeas, el ahora secretario general expresaba en el libro Conversación con Pablo Iglesias esa visión totalitaria, que no ha cambiado en estos años: "El poder mediático es un poder. Entonces, todo poder necesita regulación social y eso se hace a través de leyes. ¿Dónde está el problema?", se preguntaba, para concluir que "los medios de comunicación, por lo menos una parte, tienen que tener mecanismos de control público".
Iglesias justificaba una regulación de los medios, porque "la gestión de la información no puede depender únicamente de hombres de negocios y de su voluntad por permitir la libertad de expresión". Controlar desde el Estado la propiedad privada de los medios de comunicación es sinónimo de cercenar el derecho a la información, algo que no tiene cabida en una sociedad democrática. Podemos no contestó ayer oficialmente al comunicado de la APM, pero Pablo Echenique, secretario de Organización, echó balones fuera para no explicar el fondo de la cuestión. Afirmó que Podemos no se siente "reconocido en esas acusaciones" y reconoció que "sin más detalles no podía decir gran cosa" sobre esas acusaciones. Pero no hay excusa. Podemos y sus líderes tienen que dejar que los periodistas hagan su trabajo tal y como ellos entiendan. El amedrentamiento y la amenaza, pues, deben cesar inmediatamente.
En su primera rueda de prensa como presidente electo, Donald Trump retiró personalmente el turno de palabra a Jim Acosta, periodista de la CNN: "No seas maleducado vosotros dais fake news (noticias falsas)", le gritó, y le impidió que realizara su pregunta. No es muy distinto el discurso contra los medios de Trump que el que sostiene Podemos. En ambos casos se acusa a los medios de no decir la verdad al atender a intereses espurios con el objetivo de restarles credibilidad ante la sociedad. Porque al populismo, sea del signo que sea, le molesta la prensa libre.
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