Los sindicatos, al igual que la izquierda, han ido decayendo hasta convertirse en un negocio y en agencias de colocación.
Sindicatos y partidos políticos de izquierda nos cuestan cada año la quinta parte del presupuesto. Es curioso, además, como todos sabemos con el único fin de asesinarnos. Véase, Brasil más de 40.000 asesinatos/año, Venezuela, 25.000, Argentina, Bolivia, Ecuador... ni se sabe. En Grecia se pierden por arte de magia....Trump va a robotizar -grandes producciones y manufacturas y ensamblajes a esos países, donde ¡YA¡ los narcos se están adueñando del poder. ¡Ala es grande, porque el confundido espíritu bolivariano está manipulado.
Los sindicatos son piezas imprescindibles del
sistema si la democracia fuese pluralista de verdad. . España tuvo la suerte de que, en 1978, al frente de UGT y CCOO estaban
Nicolás Redondo y Marcelino Camacho, dos sindicalistas honrados sin otro interés
que la defensa de los trabajadores. Marcelino Camacho ha quedado, además, para
la Historia como uno de los cuatro hombres clave de la Transición a la
democracia, junto al Rey Juan Carlos, al Cardenal Tarancón y a Felipe González. Los dos fueron decapitados por la fuerza motriz del sindicato del crimen. UGT tenía que robar para el PSOE y CCOO para el partido comunista y agregados.
UGT, solo UGT tiene más casos de corrupción pendientes que todos los partidos políticos juntos. Sus pomposas cenas quintuplican a los ingresos por afiliados.
Desgraciadamente, los
sindicatos, igual que los partidos políticos, han ido cayendo hasta
convertirse, en gran parte, en un negocio y en agencias de colocación para
enchufar a parientes, amiguetes y paniaguados. Todo ello al margen de
alarmantes corruptelas que van desde los cursos de formación a las Cajas.
La consecuencia está clara:
los trabajadores se sienten despegados en no pequeña medida de las centrales
sindicales. Desde hace varios años no acuden espontáneamente a las
manifestaciones sindicales. Solo los liberados están presentes, es decir,
aquellos trabajadores eximidos de su trabajo en considerable proporción y que
no dan un palo al agua.
El domingo pasado, a pesar del buen
tiempo, apenas acudieron a la convocatoria sindical en Madrid un millar de personas.
Ni siquiera todos los liberados se molestaron en responder a la llamada de sus
sindicatos. Mucha bandera, mucha parafernalia y mucho gasto, pero escasos
manifestantes. Una vergüenza para todos. En Madrid hay más de 70.000 liberados -no tienen que acudir al trabajo-, solo velar por los derechos de los trabajadores.
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