Susana Díaz desiste de presentarse a las primarias del PSOE


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A ello hay que sumar un factor relevante: el rechazo que la dirigente sevillana genera entre sus propias filas. Según la encuesta de Sigma Dos , casi el 44% de los votantes socialistas prefiere a Sánchez como secretario general, frente al 31,8% que optaría por Patxi López y el 18,6% que lo haría por Díaz. Esto significa que, a menos de tres meses para las primarias socialistas, la brecha entre Sánchez y Díaz es de 25,3 puntos en favor del primero. Una distancia enorme que contrasta con la debilidad orgánica del ex líder socialista, que tiene en su contra a Felipe González, Zapatero, Rubalcaba y la mayoría de los aparatos regionales.
Se da la circunstancia, a tenor de este sondeo, que Díaz es la favorita para más del 50% de los que votaron al PP. Este dato explica el rechazo que provoca entre los votantes socialistas, que la identifican con el golpe de mano asestado para tumbar el no es no a Rajoy. Porque lo que está en juego ahora mismo en la pugna por el PSOE no es sólo una lucha interna por el poder, sino la confrontación de modelos de partido e ideológicos sensiblemente diferentes. Sánchez, pese a impulsar un pacto con el centroderecha de Ciudadanos hace un año, se presenta ahora como adalid de la izquierda: recalca la necesidad de combatir la desigualdad, promete una renta básica universal y se desmarca de cualquier acercamiento entre el PSOE y el PP. El relato del ex secretario general, convertido en mártir por la forma abrupta con la que los barones forzaron su salida de Ferraz, resulta atractivo para una parte de los votantes del PSOE, que se sienten engañados y frustrados con su partido.
Susana Díaz, sin embargo, navega en la indefinición. El sábado reunió a 2.000 personas en un acto oficial de los socialistas andaluces para exhibir su poderío, pero no explicitó su propuesta política. Con su habitual estilo populista, blandió un mensaje tan vaporoso como huero. "Queremos que vuelva el PSOE, no el pasado", aseguró Díaz, cuyo liderazgo se encuentra abiertamente cuestionado en Andalucía a raíz de las protestas en la sanidad pública, la falta de medidas para la regeneración y el agujero de 4.700 millones de euros de deuda -desvelado por este periódico- en la administración paralela de la Junta.
Su intención es retrasar el anuncio de su candidato lo máximo posible dentro de los plazos fijados por la dirección provisional del PSOE, aunque podría dar el paso antes del 25 de marzo, fecha en la que se presentará la Conferencia Política del Congreso. Si Díaz quiere que "vuelva el PSOE", debe demostrar que tiene dotes de liderazgo, capacidad y audacia para lograrlo, si bien tendrá que afrontar la tesitura de seguir o no al frente del Gobierno andaluz. Pero es evidente que cuanto más postergue la decisión de formalizar su aspiración, más ventaja acumularán tanto Sánchez como López.
El ex lehendakari, en su papel de bisagra, puede jugar un papel determinante a la hora de decantar el resultado final. Lo fundamental, en cualquier caso, es que el PSOE no escamotee el debate interno en las primarias -esto pasa por evitar apaños entre los distintos candidatos- y que de este proceso surja un Partido Socialista cohesionado orgánicamente y fortalecido ideológicamente. El exasperante tacticismo de Díaz no sólo penaliza al PSOE. También a ella misma y a sus aspiraciones.

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