El fiscal del Caso Nóos, Pedro Horrach ha hecho lo correcto. Solicitar libertad provisional para los condenados. Solo Dios puede poner precio a un minuto de cárcel por error.



El fiscal, Pedro Horrach Arrom (Sa Pobla, Mallorca, 1966) es un abogado, fiscal Anticorrupción de Palma desde 2006. Fue conocido a raíz del caso Andraitx y en el caso Palma Arena, donde actuó contra el expresidente balear y exministro de Aznar, Jaume Matas. Ha trabajado en causas contra Unión Mallorquina y fue el fiscal del caso Nóos, donde provocó controversia su defensa de la Infanta Cristina.  Su mujer es la funcionaria de prisiones Ana Zacher.

El fiscal Horrach ha hecho lo correcto. En lugar de solicitar prisión incondicional para Iñaki Urdangarín, cumple con el procedimiento habitual y planteó al tribunal la cárcel eludible con fianza, en este caso, de 200.000 euros.

Las magistradas de la Audiencia han rebajado –han rebajado- el planteamiento del fiscal. Urdangarín evitará instalarse entre barrotes hasta que el Tribunal Supremo diga la última palabra. Deberá presentarse, eso sí, el día 1 de cada mes ante la autoridad de su país de residencia: Suiza.

Pedro Horrach ha estado impecable a lo largo de toda la parafernalia montada en torno al caso Nóos. Puso al juez Castro,  juez de cuarto turno, o sea, nada, en el lugar que le correspondía, dedicando calificativos especialmente duros a la fobia con que distinguió a la Infanta, al alargamiento innecesario de la instrucción, sin otro motivo que lucirse personalmente para acariciar la condición de juez estrella, y a los trapicheos que mantuvo con la mediocre abogada de Manos Limpias, Virginia López Negrete. El seudosindicato, en combinación con Ausbanc, era un montaje para extorsionar a empresas y particulares, sometiéndoles a chantaje. A la Infanta pretendieron sacarle 3 millones de euros a cambio de retirar la acusación.

Frente al juez, el fiscal Horrach se mantuvo firme en exonerar a Doña Cristina. La sentencia de la Audiencia le ha dado la razón poniendo en la picota al taimado instructor, el juez Castro, actualmente militante de Podemos.

Ahora ha hecho, desde el punto de vista jurídico, lo que tenía que hacer. Iñaki Urdangarín, con la rebaja de la Audiencia, podrá seguir con su vida habitual hasta que el Tribunal Supremo decida. Los juristas más ecuánimes consideran inevitable que el jugador de balonmano ingrese en la cárcel. No me quiero cebar en el daño que el señor Urdangarín ha hecho a la Institución Monárquica. Hay que odiar el delito y compadecer al delincuente.


«Odia el delito y compadece al delincuente», «Cuando la culpa es de todos, la culpa no es de nadie» o «abrid escuelas y se cerrarán cárceles» son frases que solía decir Concepción Arenal. 

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