El Clásico vivirá un
ambiente eléctrico impregnado por la figura de Johan Cruyff. El duelo invita al
barcelonista a compartir recuerdos, amuletos y emociones en la grada del Camp
Nou y a sentirse protagonista de primera fila en un adiós multitudinario. Estarán
todos. Desde la familia Cruyff a los últimos ocho presidentes, al aficionado de
a pie. Los alicientes por el tributo a Johan tendrán continuidad en el césped,
donde Iniesta ha anticipado que el triunfo será el homenaje de los jugadores de
Luis Enrique al holandés. Andrés ha dado rango de final al partido pese a los
diez puntos que les separan, lo que significa que hay muchos estímulos en juego
además de poner en juego el prestigio; es decir que el Barça buscará su invicto
40 y los tres puntos porque su reto es obtener el título cuanto antes, quizá en
la diada del 23 de abril por Sant Jordi, a tres jornadas del final, si logra
mantener los nueve puntos de ventaja sobre el Atlético.
El Barça desea cerrar
cuanto antes la Liga para volcarse en la Champions y la Copa. Es favorito
claro, sabe de memoria cómo jugará y el ‘virus’ FIFA’ no ha trastocado la
alineación de gala. El Madrid, centrado obsesivamente en su duelo europeo ante
el Wolfsburgo, tiene el Clásico atragantado. Le incomoda tremendamente y le
distrae. Viene jugando a trompicones y con muchos ratos de apatía. Pero tiene
obligaciones. Ganarle a un grande como al Barça tras el 0-4 de la ida sin
Messi, superar al Atlético en la tabla y hacer un juego que inyecte confianza
entre su desolada afición.
De otro lado, Zidane,
en estado interino si no gana la Champions, debe demostrar en el Camp Nou que
es un entrenador capacitado para dirigir el Madrid. La continuidad de sus
cracks también está en juego. Y Florentino no se puede permitir cerrar la
temporada en blanco ante la amenaza de un segundo Triplete. Una gran ocasión
blaugrana en un día para no olvidar.
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