Tan lejos y tan cerca del Ébola


Juan Gestal Otero, catedrático de Medicina Preventiva y Salud Pública de la Universidad de Santiago para Blog de Juan Pardo.

Posiblemente, hoy, seamos muchos demasiados los que estamos muy desagradablemente sorprendidos por cómo se ha presentado el ébola en España. Que pudiera llegar a nuestro país era una posibilidad que en principio parecía lejana, aunque estaba dentro de lo posible y los profesionales contábamos con que en cualquier momento podría llegarnos algún caso importado como ha ocurrido en los EE. UU. Un enfermo que incluso pudiese, a pesar de los avisos existentes, pasar desapercibido y producir algunos casos secundarios en tanto no fuese diagnosticado, quedando a partir de ese momento controlado el brote.

Lo que no había pasado por nuestra cabeza es que pudieran producirse casos secundarios e incluso terciarios como consecuencia de la atención a un paciente de ébola diagnosticado antes de comenzar a prestarle asistencia. Teníamos protocolos y medidas de protección para evitar que esto sucediese.

¿Qué ha podido fallar? ¿No eran adecuados los equipos de protección individual (EPIs)? ¿Se bajó la guardia? Son muchas las preguntas que se agolpan en nuestra cabeza.

La retirada de los residuos y equipos utilizados en la atención del paciente es una tarea delicada que conlleva riesgos. Una vez finalizado el trabajo, quitarse los EPIs es algo que debe realizarse con mucho cuidado y con auxilio de otra persona, para evitar entrar en contacto con las partes del equipo que puedan estar contaminadas, y hay que tener especial cuidado de no contaminar las mucosas o cualquier solución de continuidad de la piel. ¿Puede estar en algo de esto la explicación?

Pero no solo ha ocurrido un caso secundario, sino que esta paciente, a la que habría que haberle hecho un seguimiento de 21 días mediante el control de la temperatura y, en caso de febrícula, realizarle pruebas para descartar el ébola y adoptar de inmediato medidas de aislamiento, resulta que ha estado casi una semana con fiebre sin que se le hiciese nada. Algo incomprensible.

Pues bien, todo esto pasó y con ello, de repente nos damos cuenta de que nuestra visión del ébola ha cambiado, dejando de ser algo tan lejano y de otros, para ser un problema cercano y también nuestro.

Esto quizás nos cambie la manera de ver el tema. Tal vez sea el lado bueno de la desgracia que nos conciencie de que tenemos que hacer algo para acabar con la epidemia del oeste de África. Aunque sea por egoísmo, pues de seguir como hasta ahora los países desarrollados estaremos permanentemente amenazados y, de vez en cuando, se presentará algún caso importado e incluso este dará lugar a casos secundarios.

La ocurrencia de este caso no debe alarmarnos, pues aquí no ocurrirá nunca lo que estamos observando en Guinea, Sierra Leona y Liberia. Nuestra organización social, situación económica y sistema sanitario impedirán que la enfermedad se extienda, y la letalidad tampoco será la misma.

En situaciones como esta, siempre se produce mucho ruido, con comentarios de todo tipo, en general alarmistas, y petición de dimisiones. Se escribe y se habla demasiado en los medios de comunicación porque hay hambre de noticia sobre el tema, y todo ello genera en el ciudadano una sensación de peligro e indefensión que es irreal.

Debemos buscar explicación a lo ocurrido, saber en qué se ha fallado y adoptar las medidas que eviten su repetición, pero manteniendo siempre la calma. Puede todavía aparecer algún caso más, pero tratando con las adecuadas medidas de protección a los enfermos y aplicando los protocolos que tenemos establecidos de localización y seguimiento de contactos el brote, quedará enseguida controlado.

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