La Ley de
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local 27/2013, otro
fracaso de Gobierno Rajoy. Ni de lejos, sus objetivos coinciden con los
problemas reales y crecientes de la Administración local. Porque si los
problemas están en los municipios que carecen de base económica; en la
presencia de un urbanismo descuidado y sin control; en la falta de conexión y
complementariedad entre la transferencia estatal (FCF) y la autonómica (FCL)
para reforzar la suficiencia financiera y la igualdad en la prestación de
servicios; la supresión de las diputaciones provinciales, así como el diseño de
una nueva planta municipal, sería lógico pensar que la ley se ocupase algo de
estos asuntos. Pues no. La débil cabeza de nuestros gobernantes no da más de si.
Los objetivos
básicos que la ley explicita: 1.-) clarificar las competencias municipales
evitando su duplicación; 2.-) racionalizar la estructura de la Administración
local, de acuerdo con los principios de eficacia, eficiencia, estabilidad
presupuestaria y sostenibilidad financiera; 3.-) reforzar la independencia de
la función interventora; 4.-) favorecer la iniciativa privada, evitando
intervenciones administrativas desproporcionadas.
Posiblemente y en
este sentido se puedan aceptar el 1.- y
el 3.- así como poner un cierto orden en las retribuciones de cargos electos y
dedicaciones exclusivas, pero estimamos error grave el protagonismo reforzado
de las diputaciones provinciales para gestionar servicios en municipios menores
de 20.000 habitantes, así como ignorar a la comunidad autónoma respectiva,
reforzar al Ministerio de Hacienda y subordinar el espacio público a la
iniciativa privada. Sin base económica suficiente, los ingresos tributarios de
los municipios son escasos, la juventud emigra, la población envejece y aumenta
la dependencia. ¿Es viable un municipio sin base económica? ¿Cuál es la cifra
mínima de ingresos tributarios municipales con respecto a los ingresos no
financieros? Porque los tributos propios son clave para tener autonomía
financiera, responsabilidad fiscal y eficiencia en la asignación de los
recursos. Y por eso decimos que las diputaciones provinciales no están educadas
en la gestión eficiente. Su cómoda financiación vía transferencias, y
subvenciones, genera actitudes clientelares y mayor opacidad. Depositar en las
diputaciones la gestión eficiente de ciertos servicios públicos no es una
política seria, sino más bien un negocio programado que se disimula con
expresiones técnicas y abundante distracción ciudadana. El ministro de Hacienda, Cristóbal Montoro promete más
transparencia municipal. Hace ya dos años también prometió publicar una lista
de los grandes defraudadores fiscales y, como siempre, no lo ha hecho. A un
solo mes de su entrada en vigor ha muerto la tan esperada Ley de
Racionalización y Sostenibilidad de la Administración Local. Mariano, no das
una a derechas.
Como lá...ou lá como cá...♡
ResponderEliminarBună ziua domnul și doamna
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Preciso, Juan.
ResponderEliminarJusto y a tiempo.
ResponderEliminarNo se puede mejorar
ResponderEliminarncreible pero cierto, Juan
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