

Al pobre de cosecha propia, de siempre, le ha gustado mirar y que vean como mira. En cambio, al pobre de cosecha ajena, al pobre circunstancial, al pobre de derechas le gusta mirar pero no ser visto. Los monarcas, los reyes son anteriores a las revoluciones y las dinastías supervivientes saben que han de ofrecer la ilusión de la monarquía, el trono y el reino a las cabezas que no han pasado aún por los ideales de libertad, igualdad y fraternidad. Por eso, por eso han dejado ver la ceremonia a pobres y hasta los de espíritu.
Antiguamente por antiguo y ahora fruto de la corrupción y la salvaje tiranía, los pobres, tienen pocos acontecimientos que ver. Si antes iban a las pomposas y majestuosas bodas, coronaciones, sepelios, etc. hasta las mismas basílicas o templos de ceremonia. Ahora las pueden ver desde sus hipotecadas y pendientes de desahucio casas por televisión, si no les han cortado la luz, de modo que al pobre cosecha propia lo han jodido y no puede ser visto.
Al mismo tiempo que se celebraba la cena de los Orange en Amsterdam, la revista gastronómica "Restaurant" coronaba al Celler de Can Roca de Girona como el mejor restaurante del mundo. En las redes sociales brotó la queja de que muchos españoles no podrán cenar allí, por los precios, más de 150 euros por un menú de "prueba". Desear todas las riquezas es una de las formas más idiotas de ser pobre, súbdito, plebeyo y honrado.
La verdad, ya no se si soy gilipollas o, simplemente, pobre, estúpido, tonto, majadero e idiota. De cualquier forma, no me gusta ni ser Rey, ni parecer monarca, ni ser pobre. ¿Qué leche me gusta?
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