Aquí nos vamos a encontrar con que la consulta a las bases del PSOE va a avalar la coalición con quien sea –dado que no se pone más nombre que el de Sumar– y Sánchez es libre de pactar con el diablo. Quiero creer que el PSOE no sobrevivirá a este disparate.
La
trascendencia del día de hoy y la «Leonormanía» de la que hablan tantos
ha ayudado a que la gravedad de lo ocurrido el pasado sábado en la sede
del PSOE se vea rebajado en su trascendencia. Para cuando pase la
celebración nacional que tiene lugar hoy –y que incomprensiblemente no
fue declarada fiesta nacional por el Gobierno cuando fijó las de este
año– surgirán otros asuntos que acaparen los titulares y el Comité
Federal del PSOE estará en el olvido. Por cierto, cuando se fijaron las
fiestas de este año ya se sabía cuándo cumplía 18 años la Princesa y por
lo tanto se podría haber declarado día festivo. Unido al 1 de
noviembre, otro macro puente. Eso sí que hubiera sido útil para distraer
la atención. Apuesto a que Sánchez se arrepiente de no haber visto la
jugada en su momento.
Lo
más trascendental para mí del anuncio de Sánchez y de la aclamación de
la inmensa mayoría de asistentes es que dio como única razón el impedir
que pueda gobernar una coalición PP-Vox. Es verdaderamente increíble la
degradación a la que ha llevado Sánchez al PSOE. Sólo un partido de
ultraizquierda puede aliarse con los enemigos de la Constitución para
impedir la llegada al Gobierno de dos partidos que les gustarán menos o
mucho menos. Pero que en todo caso no son ultras ni anticonstitucionales
más que en la florida imaginación de los sanchistas y aliados.
Lo
más relevante de esta afirmación de Sánchez es que habrá que ver cómo
se traduce en la justificación de la ley. Cómo se va a explicar en el
preámbulo. Según los juristas ese preámbulo es determinante para poder
avalar su constitucionalidad. Y aunque Conde Pumpido es capaz de
sostener que la Constitución garantiza el que un tigre de Bengala es un
animal de compañía, justificar la constitucionalidad de una ley hecha,
según propia confesión, para que no gobiernen otros partidos legales
parece difícilmente sostenible. Una cosa es ilegalizar partidos que
defienden a grupos terroristas o a los partidos totalitarios como los
comunistas –como se hace en democracias impecables como Estados Unidos– y
otra muy distinta es cambiar la Constitución por la puerta de atrás
para impedir gobernar al partido que gana las elecciones y con él al que
queda en tercera posición.
Y
ya, de que esto vaya a acercar a los independentistas al resto de
España, ni digamos. Aquí nos vamos a encontrar con que la consulta a las
bases del PSOE va a avalar la coalición con quien sea –dado que no se
pone más nombre que el de Sumar– y Sánchez es libre de pactar con el
diablo. Quiero creer que el PSOE no sobrevivirá a este disparate.
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