Con Pedro Sánchez cercado por su propia miseria, el PP devolverá la esperanza de superación a los españoles.
No conozco ni a un solo
socialista que sin vivir de forma directa o indirecta de la política vote a
esta innecesaria agrupación de partidos..
Cuando te das cuenta hay un
armario lleno de cadáveres políticos, con dos presidentes autonómicos
condenados; el hermano de un tercero imputado y la cuarta, en el gallinero,
deseando que el rival haga contigo lo mismo que Putin en Ucrania.
Todas tus promesas quedan
sepultadas bajo los incontables tomos de pruebas y testimonios de las múltiples
causas de los ERES, cuando no por cáscaras de crustáceos, lucecitas de
prostíbulo y viajes alucinógenos con farlopa de coca cargada al contribuyente.
Para más INRI, Pedro Sánchez,
cuya propuesta más definida para un andaluz consiste en recuperar el impuesto
de patrimonio para que un heredero pague cien veces más, de nuevo, por la casa
de sus padres.
A Juan Espadas, que ha
pasado de ser un mediocre alcalde de Sevilla a pobre títere de Pedrito, los
pronósticos electorales le dan parecidas opciones de ganar a las que tuvo
Carmen Amaya en Eurovisión o tiene Putin de lograr el Nobel de la Paz.
La catástrofe que se
avecina, ganada a pulso, confirma la tendencia de Sánchez a repetir la
estrategia seguida ya con Madrid y presentar a Juanma Moreno como un Ayuso con
acento, despreciando la evidencia empírica de que ese ataque es suicida: el
madrileño se sintió atacado por un Gobierno que, en el viaje de intentar
derrotar a su adversario político le trató como al prisionero de un conflicto
donde ni siquiera se respetaba la Convención de Ginebra.
Le impuso un 155 sanitario,
le quiso cerrar negocios, le abandonó con la epidemia que primero extendió por
no suspender el 8M y, cuando el resultado de todo eso fue un batacazo electoral
sin precedentes, insistió en la estrategia anunciando una subida de impuestos a
la fuerza y exigida por ERC.
Llamar «paraíso fiscal» a la
región que más generosamente contribuye con el resto, mientras se aumentan los
privilegios al País Vasco y Navarra y se añaden los de Cataluña; es la curiosa
manera de aplicarse la eutanasia que el PSOE ha elegido para las tres próximas
décadas, apostándolo todo a convertirse en un partido extraparlamentario.
Andalucía tiene por ello la
posibilidad de matar dos pájaros, o tres, de un único disparo: alejar al PSOE
de San Telmo, expulsar a Sánchez de Moncloa y marginar a Podemos, todo a la
vez, está en manos de los andaluces el 19 de junio, que puede ser fiesta
nacional en adelante si el buen juicio de los votantes les lleva a dar la
respuesta al sanchismo que media España querría darle y no puede.
Y tal vez no pueda si
Sánchez, la mayor calamidad que le ha ocurrido a España desde la Guerra Civil,
reinterpreta la ley para estirar la legislatura hasta comienzos de 2024,
considerando chapuceramente que su tétrico ciclo comenzó cuando conformó
Gobierno y no cuando se cumplen los cuatro años reglamentarios de las últimas
elecciones.
Eso es lo que le queda a
Sánchez por hacer: tratar a las regiones más prósperas de España como Rusia a
Ucrania, si están gobernadas por el PP; bajarse los pantalones hasta las
pantorrillas con los peores personajes del país, se llamen Otegi o Villarejo; y
coquetear impúdicamente con la manipulación y el caciquismo para prolongar su
agonía y, quién sabe, si hasta para ir horneando pequeños pucherazos.
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