Iglesias utiliza una
plataforma mediática y las RRSS para ganar protagonismo e impedir que Yolanda
Díaz controle el partido morado.
Pablo Iglesias tiene una
estrategia clara de cara al futuro. Después de dejar sus cargos tras la derrota
electoral del 4-M, se ha centrado en buscar una segunda vida mediática. Las
dificultades inesperadas en obtener financiación y proyectos, mezcladas con la
negativa de Yolanda Díaz a ser controlada por la cúpula morada, obligan sin
embargo a Iglesias a volver a la polarización para no perder protagonismo y,
por ende, mantener el control de parte del espacio político de Unidas Podemos.
El estilo de comunicación de
Iglesias es nuevo solo en parte. En su nueva campaña por la defensa de la
«verdad» y la lucha contra los «bulos» hay elementos muy bien estudiados a lo
largo de la vida de Podemos. Es suficiente recordar que hace tan solo dos años,
cuando el líder morado regresó después de la traición de Íñigo Errejón y
Manuela Carmena, pronunció un discurso muy beligerante contra los medios de
comunicación. Mencionó a los grupos de Atresmedia y Mediaset y apeló a la
autocrítica interna hablando de la «puñetera verdad».
En el mitin de Valladolid
del pasado 24 de enero recuperó en buena medida este discurso,
que se diseñó en 2019 por un equipo de colaboradores que todavía asesoran a Iglesias,
y que sirvió a la formación morada para resistir en dos complicados ciclos
electorales. «Yo ya no soy político, puedo decir la verdad», lanzó. El acto se
llamó: Bulos: la mentira como estrategia de las derechas. El discurso de la
verdad, además de reciclado, esconde otro planteamiento de táctica política que
las fuentes del partido morado conocen a la perfección.
El discurso de la
verdad
«Se cometen muchos errores
al interpretar la figura de Pablo Iglesias. Pablo sabe polarizar, es lo que
mejor sabe hacer, y sería mentir decir que no le gusta atacar y buscar
enemigos. Pero es inteligente. Y ahora con su nuevo proyecto [un podcast] y un
perfil duro en las redes sociales aspira a algo muy sencillo: hacer ruido y
generar tensión para que nadie se olvide de él y, así, mantener bajo control
parte del espacio de Unidas Podemos». Pero, ¿para qué? «Porque de no hacerlo
Yolanda Díaz se haría con todo el espacio, y en unos meses Podemos estaría
acabado y olvidado», resume un ex alto cargo con responsabilidades destacadas
en Unidas Podemos.
El nuevo programa de
Iglesias tiene la ambición, según él mismo ha anunciado, de informar sobre la
actualidad (con una sección destinada a la que proviene de América Latina),
añadir algo de humor y analizar el sistema mediático español. Es decir, ofrecer
a sus oyentes unas teorías sobre cómo se construye un telediario, por qué se
utilizan determinadas palabras, y qué influencia tiene la prensa escrita en ese
proceso.
Detrás de ese proyecto, sin
embargo, se halla un interés táctico, según explican fuentes de Unidas Podemos.
Un planteamiento que sirva para dar respuesta al «miedo» que despierta el
proyecto de Yolanda Díaz en «el aparato». Cuando Iglesias la nombró sucesora
fue porque, tal y como la propia Irene Montero ha admitido en el último
programa de Gabriel Rufián, es la que más capacidad tiene para ensanchar el
espacio de Unidas Podemos. O sea, la que permite a los actuales dirigentes
quedarse en poder.
Sin embargo, en Podemos
saben que Díaz tiene un notable historial de traiciones y su papel despierta
dudas. La última, su desmarque sobre el ataque al Gobierno por apoyar a la OTAN
en la crisis de Ucrania: «No me van a encontrar, jamás, dividiendo a nadie»,
dijo al respecto el pasado jueves.
La ministra de Trabajo
rechaza tener padrinos. En poco tiempo han saltado las alarmas en la cúpula
morada. Ese «miedo» que se activó en las altas esferas de la formación tiene
una traducción muy concreta: si Díaz va por libre y acaba canibalizando el
espacio de Podemos, en una apuesta muy similar a la de Manuela Carmena en 2019,
¿dónde quedarán los dirigentes morados en las próximas listas electorales?
«Hacen bien en tener miedo, porque se van a quedar el 70% fuera», explican algunos.
Vuelta a la
polarización
Tras detectar que Yolanda
Díaz rechaza cualquier tipo de tutelaje, Iglesias se ha visto obligado a volver
al barro de la política. Hasta finales del año pasado mantuvo cierta
discreción, pero ahora en tan solo pocos días ha atacado dos veces directamente
a Pedro Sánchez (sobre las declaraciones de Alberto Garzón sobre la producción
cárnica y con la escalada entre Ucrania y Rusia), y se erige en adalid del
periodismo de calidad para promover su proyecto.
El patrón que sigue el ex
líder de Podemos es el mismo que se empleó en las primeras etapas de la
formación: una mezcla de victimismo político y deslegitimación de todo lo que
puede ser crítico hacia su figura. Todo centrado en la polarización entre «los
de arriba y los de abajo, la casta y la gente» y ahora la verdad y la mentira.
Así lo describe un ex miembro de Unidas Podemos activo desde la fundación:
«Pablo necesita desprestigiar a todos los demás para explicar que a eso se debe
que él escribe y colabora en medios como el Ara o el Gara».
La retórica que subyace a
esa política permite acusar al sistema mediático más influyente de excluirle
para que «no hable» (si bien ahora colabora con la radio Cadena Ser después de
atacarla durante años). Y, de paso, justificar su apuesta por formatos y medios
muy escorados ideológicamente, mezclando el interés personal al general de su
corriente política en Unidas Podemos.
La polarización que Iglesias
impulsará a partir de ahora tendrá el carácter de la autopromoción pero también
de la defensa de sus fieles para evitar que Yolanda Díaz se haga con todo el
espacio de Unidas Podemos sin contrapesos. Dos pájaros de un tiro, reeditando
un esquema de acción bien experimentado al que el ex líder morado no está
dispuesto a renunciar: remover las aguas para que no se vea el fondo que es
donde se halla su verdadero objetivo, impedir a Yolanda Díaz de invadir todo el
espacio de Unidas Podemos.
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