Utilizar su condición y a
los de su condición es de una innobleza tal como propia de degeneración total de
la persona. Si escribo que hay más de 1.500 ONGs chupando del bote varonil
confundido y otras tantas del femenino, posiblemente, me quede corto. Ellos/ellas/elles
saben de su condición y, también saben que pocos impedimentos, a menos que se quieran
proclamar víctimas de la sociedad, nadie les va a excluir del uso y disfrute de una vida normal y corriente.
Ahora bien, que se cobijen
bajo el manto de Marlaska o Irene Montero, para vivir del cuento, me parece
censurable y hasta prohibitivo. Si lo de Montero es humillante para el pueblo
al utilizar una niñera “estatal” con sueldo de cirujano cardiovascular, para
nada le va a la zaga el que Grande-Marlaska nombre presidentes de ONGs a
brasileños con sueldos superiores al suyo.
Para nada es de recibo que
la semana de “desfiles” del movimiento LGTBI tenga un presupuesto superior al
de sanidad/Albacete. Por mucho que intenten maquillar, los números cantan.
¿Cómo manipulan las cifran? Dos meses antes del desfile, subvencionan a las
ONGs y estas le pasan el dinero al consorcio de gais y lesbianas.
Por mucho que ahora insistan
en que el problema de la homofobia es grave y que los ataques a homosexuales se
han incrementado en un porcentaje que varía en función de quien habla, es imposible
para el Gobierno disimular la utilización política que está haciendo de este
problema.
Lo que si está comprobado es
que en ese colectivo existe la
convicción de que sólo con el PSOE y otros partidos de la izquierda y la
ultraizquierda sus libertades están garantizadas.
Pero ¿Merece la pena perder
tu identidad y condición sexual por un voto emputecido?
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