Las palabras de Juan Domingo
Perón, fundador del peronismo resultaron ser proféticas: cada vez que se
anuncia el final de la principal fuerza política de Argentina, esta resurge y
más fortalecida que antes.
Es lo que acaba de ocurrir
con el triunfo de Alberto Fernández y Cristina Fernández de Kirchner, los
líderes de la alianza kirchnerista-peronista Frente de Todos, que el domingo
ganó en las elecciones generales, superando ampliamente al presidente Mauricio
Macri.
El peronismo, que gobernó
Argentina durante 24 de los últimos 36 años —desde el regreso de la
democracia—, había quedado tan fragmentado que algunos incluso pronosticaron
que esa victoria electoral podría marcar su fin, después de siete décadas de
existencia.
Pero un solo período
presidencial —y una gran crisis económica— alcanzaron para que el Partido
Justicialista (PJ, nombre oficial del peronismo) volviera, y a lo grande,
haciendo honor a las palabras de su creador.
El trío letal |
Y así la historia se
repitió. Porque las únicas otras dos veces que el peronismo perdió en las urnas
desde su creación en 1946, esos gobiernos resultaron traumáticos, sobre todo en
términos económicos.
Pasó por primera vez en la
década de 1980, cuando Raúl Alfonsín, de la Unión Cívica Radical (UCR) —el otro
gran partido histórico de Argentina—, se convirtió en el primer político no
peronista en alcanzar la presidencia de forma democrática desde el surgimiento
del PJ.
Antes de eso, los
gobernantes no peronistas habían sido presidentes de facto o radicales elegidos
durante los 18 años de proscripción del peronismo (1955-1973).
Tras la caída del régimen
militar, en 1983, Alfonsín se impuso por más de diez puntos a su rival
peronista, Ítalo Luder.
Sin embargo, su mandato
terminaría de forma anticipada en 1989, en medio de una gravísima
"hiperinflación".
Casi la mitad de los
electores argentinos eligieron como su sucesor a Carlos Saúl Menem, quien se
convertiría en el único presidente peronista que adoptó políticas neoliberales.
Menem logró aprobar una
nueva constitución y gobernó durante dos períodos —el máximo permitido—. Pero
en 1999, en medio de graves acusaciones de corrupción, el PJ no pudo retener el
poder.
Carlos Menem llevó al
peronismo nuevamente al poder, 15 años después de la muerte de Perón, pero sus
políticas económicas fueron opuestas a las del fundador del partido.
Así llegó a la presidencia
otro candidato de la UCR, Fernando de la Rúa. Pero su gobierno concluiría de
forma aún más traumática que el de Alfonsín.
Después de cumplir apenas
mitad de su mandato, y en el inicio de la peor crisis económica que padeció
Argentina en su historia, De la Rúa renunció y se vio obligado a abandonar el
palacio presidencial, la Casa Rosada, en helicóptero, en medio de graves
protestas.
El poder pasó
automáticamente al PJ: luego de tres presidentes interinos de esa fuerza, se
convocaron elecciones en 2003.
Los dos candidatos más
votados, que pasaron a una segunda vuelta, fueron dos peronitas: Menem y el
hasta entonces desconocido Néstor Kirchner, gobernador de la patagónica
provincia de Santa Cruz.
Menem abandonó la contienda
y así nació el kirchnerismo, una de las vertientes más poderosas y polémicas
del peronismo, cuya derrota en 2015 a manos de Macri, después de 12 años en el
poder, dejó al PJ más desintegrado que nunca.
Pero la misma persona que
llevó a la fragmentación del peronismo, Cristina Fernández de Kirchner,
terminaría siendo la pieza clave que lograría su reunificación.
A diferencia de su marido y
antecesor, que tras dejar su cargo asumió como presidente del PJ hasta su
sorpresivo fallecimiento en 2010, a causa de un problema cardíaco, la
exmandataria y hoy vicepresidenta electa se mantuvo alejada del peronismo.
A pesar de sus muchos
homenajes a "Evita" Perón, Cristina Kirchner tomó distancia del
peronismo durante sus dos gobiernos, y esa fuerza se resquebrajó.
Pero en mayo de este año
regresó, días antes de anunciar que no sería candidata a la presidencia, como
tantos esperaban.
Sin embargo, sorprendió
informando que daría un paso al costado para dejarle ese cargo a quien fue la
mano derecha de su marido: Alberto Fernández, con quien estuvo enemistada por
años.
"La estrategia de
correrse a un costado fue lo que permitió la unidad del peronismo", dijo el politólogo y profesor universitario Facundo Cruz.
"Él hizo todo un
trabajo de reconstrucción del peronismo, pero no tenía legitimad para gobernar.
La designación de Cristina Kirchner le dio esa legitimidad", señaló.
Cruz remarca que el triunfo
del Frente de Todos "fue una victoria del peronismo más que una derrota de
Macri".
Los números lo avalan: en
estos comicios el oficialismo sacó más votos de los que había obtenido en 2015.
Sin embargo, mientras que
hace cuatro años los electores peronistas se dividieron entre tres candidatos,
ahora la mayoría apoyó a la gran alianza conformada por "los
Fernández".
El Frente de Todos agrupa a
varios exrivales peronistas, entre ellos Cristina Kirchner y Alberto Fernández,
que por años tuvieron fuertes diferencias.
Pero ¿cómo es posible que
convivan dentro de un mismo espacio políticos que hasta hace pocos meses eran
duros rivales, y que tienen propuestas de gobierno muy diferentes?
La respuesta está en una de
las claves del éxito del peronismo: su fluidez.
"Es un partido muy
heterogéneo y extremadamente pragmático y no dogmático", señaló el analista político y profesor de la Facultad de Ciencias Sociales de la
Universidad de Buenos Aires (UBA) Gustavo Dufour.
Eso explica cómo líderes tan
dispares como Menem y Cristina Kirchner caben dentro de un mismo movimiento.
Los "gorilas"
—como se le llama en Argentina a los antiperonistas— creen que los problemas
que tienen los gobiernos no peronistas son propiciados por el propio PJ como
estrategia para volver al poder.
El primer presidente que
gobernó tras el regreso de la democracia, el radical Raúl Alfonsín, enfrentó 13
huelgas generales en cinco años y medio de gobierno.
En particular apuntan a los
13 paros generales que enfrentó Alfonsín, los nueve que enfrentó De la Rúa y
los cinco realizados en lo que va del mandato de Macri. Son 27 paros en total,
en menos de 12 años de gobiernos no peronistas.
En contraste, el
sindicalismo —históricamente asociado con el peronismo— realizó 17 huelgas
generales durante los 24 años en los que gobernaron dirigentes del PJ desde el
regreso de la democracia.
Algunos dirigentes de esa
fuerza, como Alberto Fernández, han reconocido tácitamente que el peronismo
puso palos en la rueda en el pasado, y se han comprometido públicamente a
ayudar a Macri a concluir su mandato el 10 de diciembre.
Si lo logra, será el primer
presidente no peronista, elegido constitucionalmente, que llega hasta el final
de su mandato desde que surgió esa fuerza.
Por qué ningún presidente no
peronista ha podido completar su mandato en Argentina
Pero más allá del papel que
jugó el peronismo, muchos observadores coinciden en que las impericias de quienes
gobernaban fueron un factor clave de las últimas crisis económicas.
Así como el menemismo o el
kirchnerismo causaron divisiones en el seno del PJ, algunos se preguntan qué
pasará con el "albertismo", que nació a partir del gran triunfo
electoral del nuevo presidente electo.
¿Acaso quienes se unieron
bajo el paraguas del Frente de Todos, después de haber sido rivales por años,
se mantendrán unidos en el Congreso, por ejemplo?
¿O el peronismo tendrá
distintas bancadas, como ocurrió en el pasado?
¿Serán los distintos aliados
peronistas rivales en los comicios legislativos de medio término?
Según los analistas, la
capacidad de Fernández de mantener unido al peronismo será clave para
garantizar su continuidad en el poder.
Porque así como la historia
ha demostrado que el peronismo vence cuando está unido, también dejó en claro
que dividido, pierde.
Blog de Juan Pardo
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