Los golpistas tienen la mina de oro de la reina de Saba. Si ella regalaba el preciado metal al rey Salomón, ellos harán lo mismo con los pobres.
Desconozco las calorías que
tiene una onza de oro. Pero si tengo entendido que es indigesto y muy propenso
a crear adicción. A principios de la
guerra civil española, los socialistas “jefes”, Largo Caballero y Juan Negrín
se apropiaron de las reservas de oro del Banco España. Las ¾ partes (510
toneladas) fueron a parar o así le llamaron ellos, el oro de Moscú u oro de la
República y el resto, 193 toneladas a Francia –oro de París-, para sustento de
los bigardos republicanos que como líderes en cobardía se escondieron en
Francia y México -sólo 30 toneladas-. El
que decían llevaba destino Moscú como pago para que el ejército ruso ayudase a
los republicanos en la guerra civil española, nunca llegó en su totalidad de
ahí que la aviación soviética “casi” que se quedó quieta, entre otras cosas, por
el impago de lo pactado y porque sabían
que Franco había ganado la guerra a los 4 meses de su comienzo, el resto de su
duración era para preservar al pueblo español ante la más que evidente II
Guerra Mundial. El valor real del oro robado por los republicanos superó los
16.000.000 millones de euros. Sin ese saqueo, hoy España estaría en la
vanguardia mundial de la economía por su posición geográfica, riqueza humana y
tejido industrial altamente tecnológico sin competencia.
Usted todavía no lo sabe, yo
tampoco, pero vivimos en un país fantástico. ¿Qué digo? Vivimos en una mina de
oro. Somos, unos más que otros, una mina de diamantes. Los sabios que nos
gobiernan la han descubierto y están dispuestos a explotarla. Naturalmente, en
beneficio de quienes todavía no han tenido la fortuna de tocar ni ver ni el oro
ni el diamante, lo cual les permite presentarse como benefactores de los
débiles, en abierta competencia con Cáritas y las ONG. Es maravilloso: casi no
hay día en que el poder no saque a la luz una veta de la cual puede y se propone
sacar fabulosos lingotes para repartirlos entre los pobres. Lo último ha sido
lo propuesto por el presidente de la AIREF (Autoridad Independiente de la
Responsabilidad Fiscal), José Luis Escrivá Belmonte que anunció una subida de
hasta el 12 por ciento de las bases máximas de las cotizaciones sociales.
Escrivá prevé que se pueden recaudar más de 1.000 millones de euros al año tan
solo con tocar esa tecla. Sumados a los previstos antes por el gobierno,
permitirá que el Estado ingrese 7.000 millones de euros más de los que recauda
actualmente. ¿Y por qué lo anuncia el presidente de la AIREF? Pienso que porque
le da vergüenza presumir de que tiene tantas ideas y quiere repartir juego.
Siempre es preferible que la última genialidad sea presentada por una autoridad
y no por el gurú de los golpistas. Son tantas las novedades recaudatorias que
tienen para embaucar a los pobladores del Reino de España para justificar lo
imposible del gasto social y pensiones sin dilapidar competencias paralelas con
las autonomías e incluso el denuncio momentáneo
de las mismas que, al final, nos iremos en las pateras que desechan los
refugiados cuando avistan costa española.
Esta secta que desgobierna
España se piensa que los inversores son como la reina de los sabeos que por
amor o entusiasmo regalaba el oro al Rey Salomón de Israel y esta, totalmente
equivocados, los inversores tienen como misión aumentar su patrimonio, pero rejuvenecido. Cada día “sacan” una gilipollez menos fiable
que la del día anterior. Por el aumento del Salario Mínimo (SMI) sacan más cotizaciones. ¡Manda huevos¡.
Otras, endurecimiento del impuesto de sociedades para grandes corporaciones;
impuesto sobre las transacciones financieras; impuesto especial sobre el diésel
que pagarán varios millones de propietarios de coches con ese combustible;
impuesto sobre venta de acciones; impuesto sobre las actividades digitales; la
citada subida de las bases de las cotizaciones más altas; seguro que algo nos
cae a los autónomos y algo se está inventando en alguna covachuela de cualquier
ministerio: los ministros, cuando se ponen a pensar cómo explotar la mina, son
inagotables en su imaginación.
De modo que felicitemos a todos los beneficiados del destino final del gasto social que, además, coincide que seremos todos. Y gran parte de ellos, a financiar
la subida de pensiones, que buena falta hacía. Los pensionistas, como se sabe,
son más de nueve millones; es decir, nueve millones de votantes. Pero, por
favor, no penséis mal: es pura casualidad. Al gobierno solo le mueve un
inmenso, un gigantesco, un ilimitado espíritu social que ni a la madre Teresa
de Calcuta se le conocía.
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