El juicio de los EREs de Andalucía que, desde la oscuridad, dirige Garzón no se celebrará nunca Al final un simple error administrativo. Susana Díaz adelanta las elecciones, mientras su “equipo” se gasta 32.000 euros en mujeres necesitadas.
Hoy, la juez Núñez Bolaños
acatando órdenes de la Ministra y marioneta de Garzón, Lola Delgado abre diez
nuevas piezas separadas de los EREs y ordena a la UCO investigar otras cinco
ayudas fraudulentas.
¿De qué vale mentirnos? Los
españoles somos como somos y, en la mayoría de los casos, como otros quieren
que seamos. La historia nos acredita en los acontecimientos y en las
circunstancias, esas de las que otro español que nos conocía como fue Ortega y
Gasset, explicaba de manera resumida. Los españoles aparentemente somos
contradictorios, anárquicos, individualistas, apasionados, superficiales,
vitalistas, novios de la muerte, enamorados de la vida, dejados, obsesivos. Los
españoles no obedecemos a patrones predeterminados y tópicos, salvo quizás la
paella y los toros, que, en realidad, para quienes somos españoles, sabemos que
sólo son nada más que eso, simples tópicos como también lo son otros muchos que
no responden a la propia realidad. Cuando digo españoles, digo españolas, que ese
es otro debate, otra moda que ahora se enraíza en el lenguaje político de
manera algo artificial.
Sirva esta introducción para
exponer que dentro de nuestras contradicciones patrias se encuentra la de la
exigencia pública. El Estado, la Administración, viene obligada a prestarnos
medios y ayuda. El Estado, la Administración tiene que prestarnos servicios,
”porque yo lo valgo” y ¡ojo!, buenos servicios. Servicios de calidad. Servicios
de Alemania, de Dinamarca. Queremos, exigimos, sanidad, educación, protección y
seguridad. Exigimos subvenciones, fiestas, descanso, calidad, e, incluso,
exigimos hasta que España vuelva a ganar un Mundial. En realidad, eso es bueno.
Requerir a las administraciones que inviertan de manera razonable en bienestar
social es signo de país desarrollado.
Ahora bien, la pregunta es
¿qué estamos dispuestos cada uno a aportar? Y, sobre todo, ¿cómo se deben
distribuir los ingresos públicos? Supongo que cada español, haríamos una
distribución a nuestra medida y según nuestras necesidades y valores. No
obstante, nadie puede negar que junto a Sanidad y Educación –y como si de una
Cenicienta se tratase–, la Justicia constituye la base del propio armazón del
Estado democrático y de Derecho, de un Estado libre social y base de la propia
convivencia. La Justicia lo impregna todo para bien. Crea seguridad,
estabilidad, riqueza. La Justicia iguala y evita abusos de quienes pretenden
ser más fuertes. La justicia cobija con su manto para lo bueno y lo malo a
todos y cada uno con independencia de circunstancias personales y
profesionales.
Basta echar la vista atrás
en recientes acontecimientos políticos, bancarios, territoriales para que quien
no sea obtuso mental se dé cuenta. La Justicia en definitiva es esencial, un
pilar decisivo para el armazón de la convivencia y el desarrollo personal y
colectivo. Esa Justicia viene impartida por mujeres y hombres preparados,
responsables y que en una cifra que ronda los 5.000, han resuelto en lo que va
de año más de 5.000.000 de asuntos, es decir, los problemas de quien ahora lee
este artículo, los problemas jurídicos de todos. Son mujeres y hombres que nada
tienen que ver con las películas anglosajonas, esas en las que los jueces
llevan peluca, viven en ostentosas mansiones y toman el té a las cinco en un
club de golf elitista. Al contrario, los jueces en España están mal
retribuidos, no hay que tener vergüenza en decirlo. Los jueces tenemos corazón
y también gastos, como todos. (yo ya estoy en una edad que creo debo decir lo
que pienso, tras razonar).
En teoría, somos un Poder.
Claro que hay otros funcionarios que perciben menos, pero ese no es el tema
¡Que no nos confundan y enfrenten por ahí! Los jueces padecemos unas
incompatibilidades, un horario, una responsabilidad y una necesidad de
independencia, que desde luego no se retribuye en absoluto con lo que ahora se
otorga de manera rácana por el Ejecutivo y el Legislativo. En realidad, no
interesa pagar bien a los jueces. Conozco casos de compañeros que tienen que
compartir piso en determinadas ciudades porque no les llega para pagar el
alquiler. Conozco compañeros que ganan menos que el jefe de la Policía
municipal, con mis respetos para todos.
Leo en el periódico que en
una ciudad del sur, algunos alumnos que se han convertido en traficantes le
decían al maestro: “¡Profesor, nosotros en un día cobramos lo que usted en
meses!”. Eso no es bueno para una sociedad. Eso no es sano para un Estado
moderno. No quiero eso para mis hijos. El esfuerzo, la valía, el sacrificio y
la independencia frente a la corrupción, frente a los poderes fácticos, la creación
de seguridad y riqueza, deben ser bien retribuidos. El servicio público y la
Justicia de calidad deben ser bien pagados por la sociedad. Es una buena
inversión para todos.
No pedimos nada especial,
sólo que se nos reponga en lo que se nos ha ido detrayendo durante varios años
desde 1989. Nadie va a ver recortados sus derechos porque el Ejecutivo y el
Legislativo, como en otros países, garanticen una cierta capacidad adquisitiva
de sus jueces. En un presupuesto, esa cuantía es mínima. Unos jueces que, por
cierto, ni siquiera tenemos las mismas vacaciones y permisos del sector
público, que no podemos elegir a nuestros representantes pese a que Europa lo
dictamine, unos jueces que no poseemos un trabajo ni un horario predeterminado
y, sin embargo, padecemos unas incompatibilidades y un régimen disciplinario
extenso.
Unos jueces, también, que
demostramos día a día responsabilidad y lealtad con la Constitución y con las
personas, garantizando además la limpieza electoral. Unos jueces que padecemos
una de las ratio más bajas de Europa por número de habitantes. Unos jueces, en
definitiva, que creemos no merecer esto, que diría Almodóvar.
Por todo ello, nos vamos a movilizar.
Vamos a hacerlo por nosotros, faltaba más, pero también por todos, por la
propia sociedad de la que formamos parte. Por intentar alcanzar unas
condiciones profesionales que beneficien a nuestra nación y una Justicia de
mayor calidad, eficacia y rapidez. Llegaremos hasta donde haya que hacerlo para
que se nos haga caso. Estas movilizaciones no se dirigen a un partido concreto,
sino a una estructura que nos viene en cierto modo menospreciando desde hace
tiempo o, lo que es igual, menospreciando a la sociedad normal. Las cosas
pueden comenzar a cambiar. La sociedad española puede mejorar aún más. No somos
ninguna casta. Los jueces –y esto sí que no es un tópico– somos usted y yo, y
ambos tenemos corazón, deseos y necesidades vulgares.
Raimundo
Prado Bernabéu es el portavoz nacional de la Asociación de Jueces y Magistrados
Francisco de Vitoria.
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políticos encarcelados, Bavaria, Suiza, Bélgica, Escocia, Independencia,
grotescos, ufólogos, Ada Colau, Pilar
Rahola, separatistas europeos, artículo 155, Katarina, Führer, Führer, bombas
de odio, Manuela Carmena, podemita, Francisco de Vitoria,
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