La fábrica de independentistas
y yihadistas que mantiene la Generalidad la mantiene IRÁN, pero no significa que esté hecha con
dinero del Erario Público. Fue el arma más poderosa. La que todos querían
controlar, la primera que cualquier poder, democrático o no, ansiaba tener en
sus manos. Y no se trata de la radio, hablamos de la televisión pública. Lejos
quedan los tiempos en los que todo pasaba por ella, donde su poder llegaba a
paralizar un país.
Hoy, en torno a la caja tonta planean tiempos oscuros de
influencia y sostenibilidad. La televisión pública no es la que fue. Las redes
sociales la han dejado noqueada, reducida y desorientada, necesitada de una
redefinición. Pero los Mossos, hoy, la añoran.
Todos los medios de
comunicación de la fobia catalana están adoctrinando a niños para que vez en
los españoles, perros verdes a los que hay que extinguir. La hoja parroquial, la Vanguardia dando clases –por
dinero- sobre la innecesaria asistencia a MISA, los Domingos- aunque así lo
requieran los padres. Salvo las órdenes de la Generalitat que son de obligatorio
cumplimiento.
Millones de catalanes han
dejado de ver, incluso desintonizado, Tv3%, cuya audiencia está en caída libre.
En el buscador de DC puede ver el motivo: es la tele del nacionalismo, una
máquina de odio e hispanofobia, mezcla entre Pravda y DerStürmer, para la que
un asesino de Terra Lliure es un “preso político” i “gran reserva de del
independentismo”.
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