Los artículos 77 a) y 108
del Código Disciplinario de la FIFA son los textos sobre el que Gianni
Infantino ha decidido sancionar a Lionel Messi con cuatro partidos de
suspensión. A pesar de que su infracción no fue registrada durante el caliente
enfrentamiento entre Argentina y Chile. La victoria por la mínima de la
albiceleste en el Monumental de River se clausuró con el clímax del
hostigamiento que el astro blaugrana había trazado sobre un linier del cuerpo
arbitral. Sin embargo, el colegiado no reflejó nada de lo relatado en el acta y
el duelo quedó con el carpetazo cerrado después de las ruedas de prensa
tradicionales.
El caso es que las imágenes
televisivas, que delataban la verborrea insultante del 10 argentino, han
provocado que la Comisión disciplinaria de la FIFA estudie el incidente de
oficio. La delegación que hace las veces de fiscal pidió más información del
lance al árbitro y éste nunca confesó lo que no escribió cuando debió hacerlo:
que Messi había proferido "palabras injuriosas contra un árbitro
asistente". Esta cita es parte del comunicado emitido por la organización,
porque ninguno de los colegiados consultados admitieron haber escuchado
"ningún lenguaje ofensivo de parte de Messi". De hecho, el linier
afectado, Emerson Augusto do Carvalho, explicó que en cierto momento vio que el
futbolista "se quejaba contra una falta levantando sus manos y diciendo
algo que en ese momento" no entendió. "Solamente después, a través de
la prensa, entendí que se trataba de un insulto", arguyó el injuriado.
El resultado de este
video-arbitraje es un castigo que toma al icono del balompié mundial como
referente ejemplarizante: cuatro partidos y 10.000 francos suizos. "Esta
decisión refleja la jurisprudencia constante que la Comisión Disciplinaria de
la FIFA ha venido aplicando con anterioridad en casos análogos", asegura
el ente gestor del fútbol mundial. Sin embargo, el desenlace apresurado de esta
decisión (hoy estaba convocado para competir en La Paz ante Bolivia) susurra, y
esto es lo que denuncia la Asociación de Fútbol de Argentina, que el organismo
ha tomado al zurdo genial como el nombre adecuado sobre el que pescar algo de
la legitimidad que ha de reconstruir. El depauperado recorrido establecido por
Blatter coloca a Infantino en una carrera por envolver al coloso que lidera de
buen hacer e impoluta apariencia. Y este parece ser el episodio anhelado.
La Comisión Disciplinaria
tiene "la competencia de sancionar faltas graves que no hubieran sido
advertidas por los oficiales del partido", concluye la FIFA para
justificar una decisión que, por otra parte, no hace más que ejecutar la
rigurosa aplicación de sus estatutos, esos que valen sólo de vez en cuando, ya
que actuaciones despreciativas contra las autoridades arbitrales del cariz que
efectuó Messi las ha reproducido Neymar, Ronaldo, el propio Lionel y decenas de
futbolistas en decenas de partidos de ámbito nacional e internacional. Y la
lectura sancionadora no suele tocar techo ortodoxo con la asiduidad con la que
el ente quiere hacer ver. No obstante, la expresión usada ("la concha de
tu madre") y el desaire explícito son maniobras acostumbradas en La Liga y
a nadie se la pasa por la cabeza una punición semejante. Y se acumulan en la
retina casos de renombre, reflejados en el acta in situ, que no han llegado a
la dimensión de esta sanción.
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