Se puede ser inocente, igual
que la Infanta Cristina, pero más IMPOSIBLE. La ley es ley para todos. En la
Monarquía parlamentaria española, como en la británica, la sueca o la danesa, todos los ciudadanos están sujetos a la ley,
derivada de la voluntad general libremente expresada. La soberanía nacional
reside en el pueblo, no en el Rey.
Tras someterse al dictado de
los jueces y ocupar el banquillo de los acusados, un tribunal formado por las
magistradas Samantha Romero, Eleonor Moya y Rocío Martín ha exonerado a la
Infanta Cristina que padeció la inacabable instrucción del juez Castro, con
clara ambición de convertirse en estrella. Podemos le ofreció representar al
partido como diputado por Baleares. Finalmente el beneficiado fue Pedro
Yllanes, el presidente de la Audiencia que sentó en el banquillo a la Infanta.
Hoy es diputado de Podemos por Baleares.
A la Infanta solo la acusó
el sindicato del crimen y la extorsión,
Manos Limpias. Su presidente ingresó en la cárcel, su abogada Virginia
López Negrete está cuestionada y la colaboración fraudulenta con Ausbanc,
comprobada. Se trataba de una organización para extorsionar a empresas y
particulares y, en este caso, todo un montaje para embolsarse 3 millones de
euros a cambio de retirar la acusación contra la Infanta. Un chantaje puro y
duro, que se tropezó con la rectitud y la solidez jurídica de Miguel Roca. A
los chantajistas, en fin, les salió el tiro por la culata.
La clave de la sentencia
sobre el caso Nóos es la exoneración de la Infanta y también la condena de su
marido Iñaki Urdangarín, a 6 años de cárcel. Persona cercana a la Familia Real
ha afirmado que la ligereza del jugador de balonmano ha hecho más daño a la
Monarquía que las agresivas e inacabables campañas de la Secretaría General del
Movimiento durante la dictadura de Franco contra Juan III de Borbón, el hijo de
Alfonso XIII, el padre de Juan Carlos I y el abuelo de Felipe VI.
Al final, se ha hecho
justicia, para tranquilidad de los españoles que han comprobado que la ley, en
nuestro Estado de Derecho, es ley para todos. Se escucha también el rechinar de
dientes de los que querían ver a la Infanta Cristina entre barrotes, cuando la
verdad es que era inocente. Todo con malquerencia,
tirria, enemistad, antipatía, ojeriza, odio, manía.
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