Todos los informes que,
indudablemente, pasan por la criba del Gobierno, no valen para nada. España
está manipula por una banda de tiranos que se hacen llamar políticos. ¿Sabéis
por qué a las suegras le llaman madres políticas? Preguntar y responder, no es
ni patético. Últimamente aparecen informes que, en definitiva, solo tratan de
desviar la atención del ciudadano para que sin pensar, menos meditar su voto,
opte por la opción PPSOE ¡¡¡TODOS SON
IGUALES¡¡¡ No, no es correcto.
El informe PISA solo
sirve para recordar lo mal que se educa en este país, la cantidad de reformas
educativas que llevamos, la ausencia de un pacto escolar que nunca hemos visto
ni veremos y nos ofrece la oportunidad de desahogarnos contra el sistema, siempre
perverso por definición. Es una mortificación colectiva, oscuramente agravada
porque a todas las desgracias se añade que casi siempre nos gana Portugal. Y al
Gobierno del PP le ofrece una ocasión magnífica para echar la culpa de todos
los males a los Gobiernos socialistas. Si se le puede echar directamente a
Zapatero, mejor todavía. Antes que gobernará Zapatero lo hizo Aznar y…… Si,
todos igual, como que España va mal, nuestra obligación es buscar alternativas
donde primero sea la persona y saben que un país sin jóvenes bien preparados,
no tiene futuro.
El informe PISA es
demoledor, humillante, bochornoso, ignominioso. No solo es que nuestros hijos desistan en comprensión
lectora y matemáticas. Es que no saben desenvolverse con soltura ante problemas
de la vida diaria. No saben elegir el camino más corto, son torpes con el aire
acondicionado, se lían al sacar un billete de metro y no sé cuántas carencias
más. Ahora resulta que los niños más torpes para resolver problemas ordinarios
son los hijos de padres con mejor formación. A la inversa, los que mejor
superan el examen son los hijos de inmigrantes. Esto es para hacer un estudio
sociológico. ¿Qué puede ocurrir para ese resultado? Algo muy sencillo: que los
más pudientes sobreprotegen a sus hijos. Les dan todo hecho, con lo cual el
niño no tiene de qué preocuparse. Les ocultan los problemas, porque quieren
niños y niñas felices y no toleran que alguien amargue su delicada pubertad. En
cambio, los hijos de los inmigrantes se las tienen que apañar, buscar soluciones
por su cuenta y salir de las dificultades cada hora de su vida. Por eso las
segundas generaciones de los pudientes tienen fama de destrozar el patrimonio
heredado y los hijos de los pobres progresan en la escala social aunque no
hereden bienes ni vayan a colegios de pago que, lógicamente, deben ser mejores.
De modo que no todos
los fallos educativos se pueden atribuir al sistema, ni siquiera al torpe de
Zapatero y mucho menos a las escuelas y a los maestros. El mal casi siempre
está en casa. Por ejemplo, cuando gastamos fortunas en llevar a los niños a
Londres a estudiar inglés y en casa no les enseñamos que son las gallinas las
que ponen los huevos, no el MERCADONA.
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