¿Por qué se votó el 9-N, si estaba suspendido? ¡No más sacrificios¡


Societat Civil Catalana, asociación contra el proceso de independencia de Cataluña.


Susana Beltrán García, profesora de Derecho Internacional Público de la Universidad Autónoma de Barcelona y vicepresidenta de Societat Civil Catalana. Para Blog de Juan Pardo.

Muy a pesar de que el Tribunal Constitucional suspendió cautelarmente el nuevo proceso de participación ciudadana, no hubo tiempo de esperas, se votó tranquilamente en un ambiente festivo. El presidente de la Generalitat de Cataluña fue a votar y, después, celebró la alta participación y los resultados obtenidos.
Sin embargo, hay otras versiones de los hechos. Anteriormente ya expliqué las irregularidades de la consulta 9-N, en el sentido que era un referendo camuflado, o del proceso participativo 9-N, que era el referendo inicial, pero con nulas garantías para los ciudadanos. De la misma forma que sostuve que el derecho a decidir es, en realidad, el derecho de autodeterminación de los pueblos, pero como Cataluña no puede acogerse a él, ni por el derecho interno ni por el derecho internacional, había que buscar otras fórmulas.
El derecho a decidir, aunque no se sepa exactamente qué es, ha servido a este propósito, y lo más importante, se ha jugado con la idea de que el 80 % de los ciudadanos en Cataluña estaban a favor de ejercerlo, es decir, a favor de preguntar si queremos que Cataluña sea un Estado independiente.
Pues bien, ya está hecho. El domingo 9-N se votó. Ahora ya sabemos, dando por «buenas» las cifras que maneja la Generalitat, que solo participaron aproximadamente el 36 % de los elegidos para votar (incluidos los menores de 16 años y los extranjeros residentes). De este porcentaje sabemos que prácticamente estaban todos los ciudadanos que podrían estar a favor de la secesión de Cataluña. El domingo era «Ara es l?hora» (ahora es la hora) y así fue.

En aquella jornada, y pese a la alegría aparente del día, hubo gente que nos escribió lamentando que los colegios finalmente abrieran las puertas para que se votara. Hubo lágrimas y tristeza entre los que no fueron a votar, pero eso no fue noticia. Se vivieron, además, momentos surrealistas. Por ejemplo, como miembro de Societat Civil Catalana, recibí una invitación para asistir la víspera del 9-N a una cena con diputados extranjeros que venían a Cataluña a presenciar el proceso participativo. Me enfadé mucho, no entendía nada: ¿no estaba el 9-N suspendido? Después de rechazar la invitación, y tratando de desconectar ese fin de semana en las montañas, un diputado extranjero se puso en contacto conmigo porque quería verme para entender mejor lo que estaba pasando. Me debatía entre no recibirlo y lo contrario. Al final pesó lo segundo, aunque no sé si sirvió de mucho. Mis reticencias se deben, además de porque todo este proceso lo considero ilegal, antidemocrático y lesivo con los derechos de las personas, a que se está trasladando a los ciudadanos una responsabilidad y una carga que no nos corresponde. El 9-N los residentes en Cataluña tuvimos que decidir si debíamos votar, a pesar de que el proceso de participación estaba suspendido.


Así, alrededor de dos millones de personas fueron a votar frente a cuatro millones que no lo hicieron. A la vista de los resultados, me vienen a la memoria las palabras de un miembro del Consejo Asesor para la Transición Nacional, que en un debate se refirió a un escenario inevitable de quebrantamiento de la legalidad si España se cerraba en banda a las demandas de los catalanes. Ahora leo en algunos diarios que, dada la gran victoria del sí en el 9-N, España debe negociar con Cataluña, (por cierto, entienden que esta región está representada por el 36 % que fueron a votar). Es más, el señor Mas habla de celebrar un nuevo referendo, pero esta vez que sea de verdad y, si puede ser, pactado con el Estado.

En fin. ¿Y si en lugar de hacer caso a los nacionalistas secesionistas, que nunca van a tener suficiente, alguien inicia un diálogo con el 64 % que no fueron a votar? Hoy, a muchos ciudadanos que forman parte de esta última mayoría que está siendo deliberadamente ignorada, les gustaría decir a sus representantes políticos: ¡No nos sacrifiquen!

Comentarios

  1. Jesus Animalista A quien le importa? Catalanes de mierda cansinos

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  2. Son peor que los talibanes

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  3. Perfecto, Juan Pardo. Gracias, Susana.

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  4. Mi odio se lo tienen bien ganado ..adoctrinados desde pequeňos y falseando la historia mientras chupan del pais que reniegan y los ladrones los tienen en casa

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  5. Así se explican las cosas, Susana.

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